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Zeitgeist



(Columna publicada en Buscando a Syd el 13 de noviembre de 2008.)

Un nuevo presidente mundial ablanda el corazón estamental de las muchedumbres: se ha formado la ilusión de una mudanza. Por fortuna, hay productos culturales destinados a mantenernos vigilantes. Uno de ellos es el filme Zeitgeist –disponible gratuitamente en la web, con subtítulos en español.

En realidad, no es un filme, son dos. El que realmente vale la pena a mi parecer es el primero (Zeitgest: The Movie, 2007). Comienza analizando con premura y gran lucidez cómo nuestras creencias religiosas no son otra cosa que una suerte de palimpsesto, un reciclaje de cuerpos doctrinarios del pasado, mayormente “paganos”. Es una brillante exposición de cómo es imposible extraer de la mitoconsciencia de la humanidad un extensivo relato y actualizarlo formalmente como realidad en nuestra strata de creencias.

Esta primera parte sirve como excelente introducción para la segunda, en donde básicamente se investiga el 11/S, con el escenario apabullante de que el ataque a las torres gemelas se fraguó internamente para desatar una agenda económica visceral. Lo cual no es nada nuevo, ya lo hemos oído mil veces. Pero siempre en un contexto vago y por lo mismo soso, inofensivo. Nunca es lo mismo comerciar con vaguedades –esos axiomas conspiracionales fraguados en absurdas pláticas poscannabis– que en verdad ponerse a experimentar con los detalles. El mérito de Zeitgest –aún y con su carácter frontalmente especulativo– es observar ciertas esquinas de información, sacarlas del engrudo perceptual, y colocarlas intrépidamente, ordenadamente, en un contexto diacrónico, retador, que es todo lo opuesto a lo que hacen los medios de comunicación hoy en día.

La parte más intensa del filme –la tercera parte– es aquella que nos describe la historia, naturaleza y modus operandi de la Reserva Federal, lo cual es ya meterse con el capitalismo a manos llenas.

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