(Columna publicada en Buscando a Syd el 5 de enero de 2012.)
Soy fan duro de esa trama llamada 2012.
¿Es el 2012 mito o realidad? El 2012 es muchas cosas. Digamos que es un cluster de perspectivas, no necesariamente alineadas, elevando una zona de atención sobre nuestra condición actual y futura. En este cluster, encontramos perspectivas muy delineadas y otras más bien híbridas.
Un registro de visiones que van de lo mágico y lo profético hasta lo culturalmente asumido y la posmodernidad en pleno… Posiciones tanto oscuras y apocalípticas como consoladoras y arcoirisadas… Explicaciones deterministas o frontalmente existenciales...
Y si bien hallamos enfoques inocentes, acaso irrisorios, quizá cómicos, muy irracionales, otros en cambio son meticulosamente racionales, brutalmente escolásticos, acuchilladoramente penetrantes –hablo de científicos ultrapesados, geniecillos de la teoría de sistemas, futúrologos brillantes…
De esa cuenta, hay que entender que aparte de aquellas versiones crasas y amarillistas del 2012, hay a la par otras que son muy dignas, y personas en verdad perceptivas reflexionando sobre este momento, y anunciando su importancia crítica.
Algunos entienden el 2012 como un gran evento polarizador. Conjeturan que a partir de este punto se van a acelerar notablemente las corrientes destructivas y fragmentarias –deseo, ignorancia, agresión– pero también los movimientos de consciencia que tienden a la construcción de una sociedad iluminada. Parte de la población se sumergirá en esta corriente de apertura; otra parte permanecerá ciega a los signos, esto es: a las posibilidades.
Comments
Post a Comment