Tú y yo somos
los ojos de Dios.
Dios se mira a sí mismo,
a través de nosotros.
Somos las retinas
por donde Dios espía
su propia vagina eléctrica.
Pasa que luego se cansa
de los mismos puntos de vista.
Eso explica por qué,
cada cierto tiempo,
somos extirpados,
serena o violentamente.
Pero allí está que el Gran Enucleado
amasa otros ojos, otras perspectivas.
A su modo, el Padre ama la vida.
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