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Acusadoramente descalzos

(Texto publicado en mi espacio columnístico “Los Tarados”, del diario El Quetzalteco, de Quetzaltenango, Guatemala, el 29 de septiembre de 2007.)

Qué imagen más conmovedora: esa columna rojiza, arcillosa, oh, tan larga y más larga y solemne, en Rangún: los monjes protestando, pacíficamente. Hay que verlos acusadoramente descalzos, coléricamente blandos, violentamente pasivos, y compasivos, en un acto que incluso podría considerarse de temerario: desafiar, resistir, dar el pecho. ¿A quién? Al régimen militar de Myanmar. El lunes, unos 100,000 monjes y civiles marcharon por las calles. Una nueva marcha aconteció el martes, contra las advertencias de la junta militar. Muchos de los manifestantes han mostrado su apoyo por la Premio Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi, quien es mantenida en condición de arresto domiciliario. Encarcelamientos, muertes.  

Los budistas poseen una línea extraordinaria de lucha política. El budismo comprometido cree en la acción solidaria, en la desobediencia civil, contra la imagen del monje distante y hierático y ajeno y retirado. A la cabeza, el vietnamita y siempre hermoso maestro zen ThichNhat Hanh, quien posee la estatura de una Madre Teresa de Calcuta (e inspiró a grandes como el reverendo Martin Luther King). Fue Thich Nhat Hanh quien salió a la defensa de Thich Quang Duc, aquel monje que se autoinmoló en 1963, prendiéndose a sí mismo en llamas –y ni siquiera se movió, se hallaba en un estado de perfecta lucidez y serenidad– en acto de protesta por las disposiciones del régimen survietnamita. Muchos otros monjes del área repitieron la hazaña. También estamos familiarizados con la ardua labor del Dalai Lama por defender la integridad civil del Tibet, contra la opresión China. Por cierto que el Dalai Lama ya ha dado su apoyo a los monjes de Myanmar. 

Hay mucho que los occidentales podemos aprender de Myanmar. En lo personal, estoy agradecido por la labor realizada por el maestro (indio, pero formado espiritualmente en Birmania) S.N. Goenka, que ha trascendido todas las fronteras. El patrimonio de Myanmar es nuestro también, y nos corresponde a la vez defenderlo. 

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