(Columna publicada en Buscando a Syd el 27 de noviembre de 2008.)
Este pintor norteamericano adquirió un peso interesante y se hizo famoso por sus anatomías envueltas en halos numenosos y fulgores luminiscentes. La suya es una imaginería inspirada que busca capturar los nexos misteriosos entre biología y energía divina. Ken Wilber (acaso su equivalente en el terreno del pensamiento) lo llamó “el artista vivo más significativo”. Son muchos los seguidores de su arte, y bandas como Tool o Beastie Boys han incluido las visiones de Grey en sus booklets.
Arte místico en pleno siglo XXI. Después de todas las revoluciones en nuestra comprensión de las actividades orgánicas, se hace preciso vehicular una espiritualidad que tome en cuenta seriamente nuestros sustratos corporales. Por lo tanto, un arte místico del siglo XXI es más que nunca un arte glandular, muscular, morfológico, neurológico, bioquímico. Se enraíza profundamente en la fisiología. Pero a partir de allí nos describe el gran simposio de los planos energéticos y hace un sondeo totalizante de la experiencia humana. Los lienzos de Alex Grey son verdaderas representaciones de la actividad consciente.
Desconfío de aquellos que llaman al arte de Alex Grey “arte psicodélico”. Pues está claro que su arte busca capturar algo que está mucho más allá de las burdas veleidades psíquicas: más bien, apunta a cualidades resurrectoras de la imaginación. No estamos hablando de meras infatuaciones en el seno de la mente, sino de enfoques vitalmente sagrados en torno a la luz, el color y la forma, tal y como lo encontramos en ciertas tradiciones esotéricas, así en el budismo tántrico vajrayana. Yo le aconsejaría vivamente a cualquiera que esté deprimido que contemple estas obras durante un largo rato. En poco tiempo, comenzará a sentirse mejor.
Comments
Post a Comment