«Inicié el viaje espiritual en HALO el 13 de abril de 2020, en una época difícil de mi vida. Mi objetivo era adentrarme en una espiritualidad más profunda, hacerla crecer y lograr un mayor acercamiento a Dios. Soy una católica practicante, y eso es algo de lo que hablamos y convenimos desde un principio con Maurice, que dicho viaje se enfocaría dentro del camino cristiano.
A lo largo de 44 meses, en forma semanal y a través de sesiones de una a dos horas, se dio un intercambio de diálogo, inventario, teoría, ejercicios, tareas, meditación y conexión. Maurice hizo mucho énfasis en la necesidad de lograr una atención plena para estar presente y consciente de mí misma, de lo que me rodea y generar insights de la realidad, y a la vez, poder trascender el sentido; en los valores, y como fuerzas importantes, el amor y la gratitud; el conocimiento y la libertad; la necesidad de trascender el ego y no identificarme con mi historia; el valor de ver a Dios en todos los seres, tomando consciencia de la Consciencia y en la inseparabilidad del vacío y de la forma; la importancia de reinsertar lo sagrado a la rutina; la integración del amor y la libertad para alcanzar la iluminación; el despertar, que lleva a la plenitud; la necesidad de poner atención al Ser y fundirse con el vacío para experimentar la unidad absoluta, para luego, regresar al mundo desde la trascendencia y propagar la propia luz.
Todo ello es una condensación limitada de sesiones que se dieron por más de tres años, imposible hacer un buen resumen. Lo que sí puedo decir es que a través de todo ese tiempo, pude percibir la estructura de HALO, las lecciones preparadas y a la vez ajustadas a mis necesidades y requerimientos. Sentí la pasión, presión (por qué no decirlo), apoyo, compromiso extraordinario y sobre todo mucho amor por parte de Maurice, que me obligaba a romper moldes, creencias limitadas y conductas programadas, motivándome a cultivar estados más profundos, a una búsqueda interna, a una coherencia e integridad entre una teoría y una práctica, a poner a Dios sobre todas las cosas, a ver la espiritualidad "no como una mera dimensión de la vida, sino como la vida en su totalidad", a perseguir la santidad y la iluminación espiritual creyendo que es posible, y que puedo irradiar mi propia luz, a través de palabras, acciones, ejemplo, silencio, participando del Ser de Dios todo el tiempo, ¡y que es ahora o no será!, como Maurice tanto enfatizaba.
El camino continúa, ya no con el apoyo de HALO ni su dirección, pero creo que el camino ya recorrido me permite seguirlo con pasos más firmes y sólidos.
Muchas gracias HALO, muchas gracias Maurice, por este regalo de Amor.»
Sonia Melville,
1 de diciembre de 2023
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