«Home is where I want to be but I guess I’m already there»
This must be the place,
Talking Heads
«¿Qué es HALO?
Es difícil explicar HALO, cuando su significado pretende ser razonado detenidamente, en cambio es más fácil hablar de HALO cuando me pongo una mano en el corazón.
Maestro define HALO como un proceso de trasformación. Yo bien diría que es un proceso para una regeneración atómica.
En términos de realidad, HALO es una guía al espíritu, desde el espíritu, en el espíritu: un mapa al darma.
En términos de viaje, HALO representa todas las facetas del viaje espiritual. Si bien lo hace de manera condensada eso no significa limitante.
HALO es el viaje en sí mismo, como la nave con que se surca el espacio. Es el espacio y es las herramientas con que se navega, su brújula y su GPS. Es combustible con que llenas un X–wing Starfighter preparándose para navegar el vacío cósmico.
Es hoy, es hoy. Hoy es mi último día en HALO, más no en el viaje. Porque el viaje sabemos dura toda la vida, todas las vidas, el río sin fin de la conciencia y el vacío, el niño pródigo que regresa hasta los brazos de la Madre.
Pero es mi hora de dejar el nido HALO. Y está bien que esto finalice. Ahora será cuestión personal de evolucionar en el camino hacia la luz.
Que admirable la tarea de maestro: no ha sido tarea fácil aguantar ni darle claridad a este chirmol de carne y sesos que escribe estas líneas.
Mi vida ha estado marcada por la codependencia emocional y la búsqueda constante de afecto. A lo largo de mis 31 años me he dedicado a buscar y saltar charcos entre prácticas espirituales, grupos religiosos, de una creencia a otra.
Recuerdo cuando chico participar del grupo de acólitos, en una iglesia de zona tres. Era lindo tocar las campanas grandotas del templo antes de la misa de las 6, jugarse al azar el turno por ver a quién le tocaba pasarle al sacerdote el vino durante la homilía.
Recuerdo en especial una vez en el templo de Don Bosco, a los siete años: por alguna razón, sentado yo en una banca, empecé a llorar. Un toque, una conexión mágica.
Al crecer, durante mi adolescencia me convertí en un evangélico pentecostal rematado hecho y derecho.
En la medida que fui creciendo y experimentando me fui apartando del nicho evangélico. Al apartarme de la doctrina evangélica, con una pretenciosa sed de intelectualidad, me dediqué a apilar y leer libros de filosofía, de literatura, churro en mano.
Me acerqué un poco a oriente y sus prácticas. Hasta convertirme en una suerte de cantinflas agnóstico, una suerte de vago godin de oficina corporativa, un repartidor buenas vibras, arquitecto de castillos en el aire.
Después de arrastrar varias deudas, de perder en cuestión de dos años casi una docena de trabajos por huevón, charlatán, rebelde, marihuano, y después de casi quedarme sin familia por pura culpa de la desidia –eso que canturrean las canciones: tocar fondo– decidí que era la hora de hacer las paces con el Supremo.
Cuando se me presenta HALO, toda la vida agradeceré que maestro estuvo dispuesto a invocar la luz y hacer magia.
No era cosa fácil romper tanta cáscara y estabilizar el carro. El viaje de HALO me llevó por lugares muy escondidos en mi inconsciente y otros tantos de mi consciente, hasta hacer entrar la luz por todas esas veredas oscurecidas, hasta reconocer el lugar vacío y la consciencia libre que soy: la suprema alma del universo.
Yo Soy Eso, dice Nisargadatta.
Aunque por ratos el proceso fue muy doloroso, todo fue desde el amor, de la luz, del darma. Como eso que dice Rumi: el corazón se romperá tantas veces hasta que se abra. Todo es aprendizaje, insight, luminosidad y reverencia.
Llevo inscrito en mi alma las enseñanzas, el viaje, la montaña, el contenedor, el mandala, las meditaciones.
Estoy lejos de ser una persona iluminada, pero HALO ha trazado en mi corazón una ruta muy precisa, además que ya hay una metanoia operando. Hay una conexión con la realidad, una claridad y una funcionalidad que estoy gestionando.
Eso que maestro dice: solo un ego sano será capaz de ser trascendido. Algo que, sin dudas, de no haber conocido HALO, me hubiera llevado años, décadas, probablemente vidas, poner en claro. Es hora de atender los principios, de cuidar con disciplina el darma. De encontrar la llave secreta a la paz interior, de vivir eso que soy, llevar una recta relación con la realidad.
Si acaso se me permitiera en una fuente eterna un deseo, este sería no obstante humilde y luminoso: que puedan, Dios mediante, seguir llegando halos de oriente y de poniente a entrarle al proceso de transformación, a poner sobre las brasas de la realidad la carne karma. Tengo fe en que un día la larva se haga crisálida para abrirse y hacerse todo un imago de mariposa.»
Erwin Osberto Michicoj
Comments
Post a Comment