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Bacterias ejemplares


Luis von Ahn, genio, explica en un TED talk dos sistemas de contribución digital. Uno de ellos es reCAPTCHA (como el clásico CAPTCHA de verificación de humanos, pero permite simultáneamente digitalizar libros) y el otro es Duolingo (tecnología para traducir mientras se aprende un nuevo idioma). El internet nos ha dado formas inimaginables de colaboración.

Por supuesto la colaboración ha existido desde hace mucho antes de internet. Hubo quienes en su momento trataron de meternos eso de que la vida no es otra cosa que una trama evolucionista fría y rapaz, pero hoy sabemos que, sin el calor de la transferencia cooperativa, la vida de hecho no sería posible.

La primera World Wide Web, de acuerdo a la colosal futurista y biologista Elizabet Sahtouris, la encontramos en el universo bacteriano.  Podemos reconocer en el mundo de las arqueas, responsables de transformaciones extraordinarias para la tierra y su atmósfera, un mandala informacional altamente sofisticado, que empezó con un paradigma de competición de recursos –similar al que salvaguardan hoy en día, patéticamente, los humanos– para migrar a una forma de comunidad bacterial simbiótica autosostenible.

La humanidad deberá recorrer ese mismo trayecto de las bacterias, y transformarse en un proyecto participatorio que comprenda, celularmente, que competir es una pésima estrategia evolucionaria, y colaborar, su única oportunidad de salir de este descalabro global.

Ya nos dijo el Dalai Lama que si vamos a ser egoístas, seamos al menos egoístas inteligentes: seamos altruistas. Beneficiar a los otros sigue siendo la forma más radical de beneficiarnos a nosotros mismos.


(Columna publicada en Buscando a Syd el 25 de julio de 2013.) 

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