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El candidato HALO


Hablemos ahora del Candidato HALO. 

 

El candidato HALO es muy simplemente alguien que está interesado en tomar el proceso HALO. 

 

Seguramente se habrá enterado por recomendación de un tercero o porque ha visto las publicaciones digitales de Maurice Echeverría. 

 

 

Un nuevo espacio 

 

Cada cierto tiempo se abre un nuevo espacio en HALO para que un candidato efectivamente pueda ingresar al proceso. 

 

No siempre pasa. 

 

Los espacios disponibles son relativamente pocos y suelen estar tomados. 


Una cosa que HALO tenía muy claro desde el mero principio es que no quería convertirse en una maquila o McDonald´s espiritual. 

 

Al estilo, por dar el paralelismo, de ciertos psicólogos, que reciben a diez mil personas en una mera jornada. 

 

¿Qué clase de trabajo interior se puede hacer en cuarenta minutos, yo me pregunto? 

 

Cuarenta minutos por los cuales además a veces te cobran quinientos una fortuna. 

 

Lo malo claro del enfoque antimaquila es que no puede atender como quisiera a todos aquellos que se van acercando. 

 

A veces transcurren meses y meses sin que surja un solo espacio para nuevos interesados.

 

 

¿Quién es el candidato ideal para HALO?

 

¿Qué clase de candidatos está HALO buscando? 

 

Individuos que, sin ser avanzados en el sendero espiritual, tengan alguna inclinación o interés espiritual, por lo menos una intuición clara de que por ahí es la cosa. 

 

Lo ideal sería que supieran, bien sea de un modo liminar, que la espiritualidad –el darma– es lo suyo, incluso por encima de todo.

 

Al final, la clase de participante que se espera encontrar es uno que tenga un vehemente deseo de seguir el sendero del espíritu y la meditación. 

 

Alguien con sed.

 

Luego alguien que esté dispuesto a emprender el proceso con cierta seriedad. 

 

Que tenga disponibilidad y disposición. 

 

Y estamina. 

 

Algunas personas se meten a HALO sin realmente saber a qué se están metiendo, sin estar conscientes de lo que les va a tomar realizarlo. 

 

A veces, cuando el estudiante de plano no da la talla, se le pide que trabaje más en sí mismo y por su cuenta y regrese en unos años. 

 

Es decir se le pide que madure, como buscador y practicante. 

 

La madurez en general es muy importante en HALO. HALO ofrece un acompañamiento sentido, pero pide abiertamente a sus clientes responsabilidad interior y que tomen sus propias decisiones espirituales.

 

Madurez también quiere decir capacidad de asumir compromisos. En HALO, hay cinco compromisos nucleares, que pueden leer aquí.

 

Se entiende que esta clase de dedicación es muy peculiar. Una cosa es cierta: si el candidato la asume con total entrega, Maurice Echeverría le ofrecerá a cambio su sangre y su latido.

 

Otra cosa: en HALO, el humor y la inteligencia nos parecen cualidades necesarias.  

 

 

 

¿Qué clase de candidato no estamos buscando?

 

Como ya dijimos, HALO no es un restaurante de fast food. Quienes se acercan como si estuvieran comprando una hamburguesa o una camisa en Simán de plano no nos llaman la atención.

 

HALO no es un lugar para explorar si a uno le gusta o no la meditación, por caso, o la espiritualidad en términos generales. Para eso hay otros lugares. Que siempre, curiosamente, prometen bienestar. HALO no promete bienestar.

 

Y aquí una nota importante. No guardamos mayor interés por aquellos desesperados que ya no saben qué hacer consigo mismos. Que vayan al psicólogo, mejor. 

 

Antes bien, tenemos preferencia por quienes han hecho cierto trabajo interior básico y gozan de un equilibrio elemental. 

 

Es decir que ya han realizado antes un trabajo, no solo espiritual, sino físico y mental. No es que semejante trabajo tenga que ser exhaustivo. Solo pedimos una coherencia básica.   

 

Es otra manera de decir que HALO no está en el negocio de sanar y funcionalizar el cuerpo y la mente. Si bien HALO favorece lo somático y lo mental, bajo el entendido de que la espiritualidad verdadera no se aparta nunca de estas dos dimensiones, su mensaje siempre proviene de territorios de significado y consciencia más profundos.

 

De plano no nos llaman la atención los que desean incorporar la meditación como algo hip a sus vidas. 

 

O los que que están jugando al estilo de vida espiritual. 

 

Se ha visto que algunos parecen muy elevados y meditativos, y ya en el terreno real son los peores estudiantes. Otros, en cambio, no dan la pinta de ser nada espirituales y a veces son los que dan más de sí. 

 

Hemos tenido que soltar a unos estudiantes en el camino, por razones distintas. 

 

Por ejemplo, porque tienen un trabajo absorbente (HALO requiere de disponibilidad de horario, presencia continua, no digamos enfoque). 

 

O porque tienen responsabilidades intensas como cuidar a un recién nacido (si el estudiante tiene un bebé o niño pequeño entonces ese y no otro es su darma). 

 

O porque simplemente no pudieron seguir pagando los honorarios (se infiere que cierta estabilidad económica es necesaria). 

 

Si después de unas veinticinco reuniones la persona sigue en HALO, se le puede empezar a considerar un estudiante serio. 

 

Los diletantes, aquellos que vienen a buscar mero alivio existencial, los que son movidos apenas por una curiosidad superficial, los que no están dispuestos a poner la espiritualidad muy arriba en su escala de valores y prioridades, los que carecen de hambre interior, los que no quieren hacer el trabajo, son abortados por el mismo proceso de una manera u otra.

 

Si bien HALO no es para personas avanzadas espiritualmente (y mucho menos para maestros) tampoco es para neófitos absolutos. Nuestra experiencia con principiantes totales no ha sido nunca buena o interesante. Si la persona, por caso, nunca ha hecho una práctica espiritual, seguramente HALO no le conviene y no conviene a HALO. 

 

 

¿Por qué tan exigentes?

 

Al principio, HALO pretendía ayudar a personas de distinto rango a encontrar variables grados de trascendencia y encuentro espiritual. Hoy ya nos interesan más aquellas que estén dispuestas a dar lo mejor de sí mismos a la vida mística.

 

Es un asunto básico de recursos. Hacer un trabajo profundo requiere tiempo, energía y mucha dedicación. 

 

Recursos que son en toda evidencia limitados, y más en el enfoque HALO, que es muy personalizado.  

 

Por ende, si vamos a trabajar con alguien, que sea el mejor prospecto posible para dar así los resultados más altos. 

 

Y si maestro y estudiante se van a acompañar durante un tiempo, es mejor que se caigan relativamente bien. 

 

 

¿Cómo se opta por una plaza en HALO?

 

Es todo muy simple. 

 

Una vez HALO declara en redes que hay un espacio libre (cosa que ocurre de una manera más subrepticia, por tanto hay que poner atención) el candidato escribe a HALO solicitando ingresar al proceso. Se sugiere que lo haga prontamente, ya que la elección del nuevo estudiante es más bien rápida.  

 

Una vez HALO se ha comunicado con HALO, entonces HALO le envía de vuelta unas preguntas al candidato, que este responde. Siempre se añaden algunas repreguntas.  

 

Por lo general son varias personas las que desean la plaza, por tanto HALO evalúa a cada una en base a sus respuestas y en base a un mínimo chequeo de sus redes (es muy fácil darse cuenta por ahí quién está interesado en la espiritualidad y quién de seguro no). HALO también usa la intuición para saber quién es el mejor prospecto. 

 

En base a todo ello, pues, HALO escoge y notifica al candidato ganador, cosa que ocurre, como se ha dicho, en un tiempo relativamente corto.  

 

Luego se avisa en las redes que el espacio ya ha sido dado, para que los demás candidatos lo sepan. 

 

Desde luego, pueden volver a someter su candidatura la próxima vez que haya un espacio libre. Que insistan, de hecho, siempre llama la atención de HALO. 

 

No hay lista de espera, ni se notifica personalmente cuando hay un espacio libre.  

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Sonia

«Inicié el viaje espiritual en HALO el 13 de abril de 2020, en una época difícil de mi vida. Mi objetivo era adentrarme en una espiritualidad más profunda, hacerla crecer y lograr un mayor acercamiento a Dios. Soy una católica practicante, y eso es algo de lo que hablamos y convenimos desde un principio con Maurice, que dicho viaje se enfocaría dentro del camino cristiano.