Cada programa de HALO tiene una duración distinta.
El primero es muy corto: dura cinco reuniones.
El segundo dura dieciséis reuniones.
El último, el más largo, solo para alumnos muy serios y comprometidos, dura noventa y ocho reuniones.
Los tres programas juntos duran pues ciento diez y nueve reuniones.
Tomando en cuenta que cada reunión es semanal, podríamos decir que el primer programa dura poco más de un mes.
El segundo programa dura poco menos de tres meses.
Y el tercer programa, veintiún meses, aproximadamente un año y nueve meses.
Los tres programas juntos durarían, y redondeando, unos veinticinco meses, es decir poco más de dos años.
Todo eso en la teoría. En la práctica la cosa tiende a alargarse.
Como dice Yogi Berra, “En la teoría, teoría y práctica son lo mismo; en la práctica, no”.
¿Porqué en este caso teoría y práctica no coinciden? Para empezar porque siempre hay cancelaciones de una y otra parte, aunque parte del compromiso es que esto no ocurra demasiado.
Luego porque a menudo el tema ocupa más una reunión individual.
O porque sencillamente hay obstrucciones y situaciones que impiden que el proceso fluya libremente en el tiempo, por ejemplo una enfermedad.
Quiero señalar que no hace falta hacer los tres programas. Podemos hacer los dos primeros, y obviar el tercero. O hacer el primero, los otros dos, o dejarlos para más tarde, siempre y cuando haya espacio y voluntad por parte de las partes.
Desde luego, el estudiante es libre de salirse en cualquier momento del infame Proceso.
Y si así lo desea (y si yo estoy de acuerdo, cosa que no siempre pasa) reanudarlo después.
La recomendación de HALO por supuesto es que el Interesado termine el programa en el cual se halla sumergido. Los tibetanos dicen: preferible no empezar algo a empezarlo y no terminarlo.
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