«HALO me encontró justo en el momento que mi ser interior pedía indagar más.
Tendió el lazo cósmico una caja de libros esotéricos que Maurice amablemente me regaló. Luego una serie de sucesos y encuentros me terminaron de presentar al sistema y al mentor que estaba necesitando.
Fue y es la iniciación necesaria, a veces con gentileza y otras salvajemente. Me mostró un camino precioso, me acercó a dios, a amarlo profundamente con todo mi corazón. Me enseñó a reconocer la luz interna, a reverenciar cada altar, a encontrar amor y belleza en lo no aparente, en el dolor, en la muerte, en el presente.
Construí un jardín interior exuberante durante mi proceso, un jardín que, con su diversidadminuciosa, me sana, pacientemente, cada vez que lo visito. Un lugar donde varios de mis cuerpos se nutren, estrechan sus raíces, mi lugar para entrar en comunión con los orbes, mi mazmorra hermosa donde alimento y curo a mis demonios.
En HALO encontré el camino hacia la nada, desaprendí más que aprender mucho, estallé en mil pedazos que solo me enseñaron que ya era parte del todo. Vi por primera vez el abismo y me vio de vuelta, me marcó de por vida, aquí di el primer paso a volverme nadie.
Agradezco a Maurice y su arduo camino que lo trajeron hasta aquí. Para mí no hay nada mejor que crecer junto a otro humano roto, real y despierto.»
Alfonso Parutz
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