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Se nos viene el Chopra

(Cuando Deepak Chopra vino a Guatemala, en el año 2009, no quise no escribir al respecto.)

Y la otra vez platicábamos con una amiga del tema: autores espirituales, en la onda Wayne Dyer. Ella hablaba:

–Caroline Myss es buena, pero tienes que leer a Eckhart Tolle. Él de veras está iluminado.  

Y así, hablandito, llegamos a Chopra. Me apuré en decir que jamás lo había leído. Uno de sus dos párpados empezó a titilar. Pasó de un estado sereno y argentado a un estado de enorme agitación. Se engolfó en su biblioteca, sacó unas catorce obras de Chopra, y quiso que me las llevara todas. ¿Qué hace uno? Allí de regreso iba yo a mi casa, con una montaña de libros. 

Ahora mi amiga se ha enterado que Chopra viene a Guatemala. “Vas a ir, por supuesto”, espetó. Y dijo luego: que quería que la acompañara a De Museo, que me iba a comprar un libro de Chopra. “¡Pero si aún me quedan por leer los catorce libros que me prestaste!”, protesté. “No importa”, cortó secamente. “Es Chopra”, añadió.  

Fuimos al Oakland Mall, un lugar particularmente espiritual. En De Museo han puesto un rincón –casi un altar– con varios de sus libros. “Ajá”, dijo mi amiga, “me parece que éste es perfecto para ti”. Leí el título del libro: “Libérese de las adicciones”. 

Pues sí, uno tiene algunas amigas así: amigas que leen a Deepak Chopra. 
         

DC en dos segundos
                                    
DC no carece de devotos. No carece de críticos tampoco. Pero sobre todo no carece de devotos. Y esos devotos conocen de cerca –de muy cerca– la biografía de su querido Autor. 

Saben por ejemplo que DC nació en la India, en los cuarenta. Saben que se graduó como médico en 1968, siguiendo los pasos de su padre, un cardiólogo. Que luego emigró en 1970 a Estados Unidos, en donde continuó sus estudios, orientados a la endocrinología. Pasó a ser médico jefe del New England Memorial Hospital en Massachusetts, y también fue profesor en las Escuelas de Medicina de las Universidades de Tufts y Boston. 

Sobre todo saben, sus seguidores, que DC, no contento con los medios tradicionales occidentales de curación, se dedicó a estudiar los métodos del ayurveda, un sistema milenario de medicina india, convirtiéndose así en uno de los portavoces más respetados de la nostálgica medicina alternativa, y a la vez empujando conceptos frescos, quizá carbonatados, como el de la “sanación cuántica”. El modelo de sanación propuesto por DC explora la integración entre mente y cuerpo, y pretende derrocar nuestras percepciones usuales sobre el envejecimiento.Fundó en 1996 El Centro Chopra para el Bienestar y el Instituto Médico Mente-Cuerpo, ambos en California, en dónde más.

En la hoja de vida espiritual de DC nos encontramos que su nombre está asociado a otro nombre que acelera el corazoncito de muchos practicantes espirituales: Maharishi Mahesh Yogui (sí, el mismo de los Beatles), de quien escribió, una vez muerto, una pieza estimable, en donde relata cómo se separó del mismo (una separación bastante sana, visto el tono del relato, aunque asimismo una separación difícil). 

Como escritor, su trabajo ha sido veloz, prolífico, generosamente lucrativo. Sea suficiente decir que ha publicado más de cincuenta libros (por cierto: varios de ellos descargables sin costo alguno en la web) sobre asuntos como la sanación, la divinidad, la conciencia, la política alternativa, el éxito...Tales obras han sido traducidas a una treintena de idiomas, picopadas de millones de dólares. Chopra es un superfreak editorial. Libros suyos: “Las 7 Leyes Espirituales del Éxito”, “Cuerpos Sin Edad, Mentes Sin Tiempo”, “El Sendero del Mago”, “Conocer a Dios”, “Sincrodestino”, “Vida Después de la Muerte”, “Sueño Reparador”, “Viaje Hacia El Bienestar”, “Peso Perfecto”, “Buda”, “Jesus”… y “Chopra” (no es cierto, una broma). Que muchos han sabido encontrar en estas lecturas –o audiotítulos, videos y CD ROMS– una cierta dosis de apoyo no hay por qué dudarlo. En el Hiper Paiz espiritual, Chopra es Comandante en Jefe. 

Pero además de los libros, hay que añadir lo que Chopra ha conseguido como orador y conferencista, otra cara –gigantesca– de la moneda. Leamos: “La popularidad de Chopra como un presentador internacional y orador de apertura es ejemplificado en una impresionante lista de honorarios. Como un orador de apertura, apareció en la inauguración del State of the World Forum, presentado por Mikhail Gorbachev y la Fundación Paz y Progreso Humano, fundada por el ex presidente de Costa Rica y ganador del Premio Nobel de la Paz Oscar Arias. La Revista Esquire lo designó como uno de los diez oradores motivacionales en el país”. Se nos dice que en 1995 recibió el premio Toastmasters International Top Five Outstanding Speakers (el Top Five de Oradores Sobresalientes de Toastmasters International) junto al presidente Nelson Mandela, la congresista Barbara Jordan, Tom Peters y Garrison Keillor. Sigamos leyendo: “Chopra ha sido orador de apertura en varias instituciones académicas incluyendo la Facultad de Teología de Harvard, la Facultad de Derecho de Harvard, y presta servicio como un catedrático adjunto en la Kellogg School of Management”. 

Ah pues sí, el éxito. DC no es ajeno al éxito. Sabemos –en todas partes está impreso, ad y ad nauseam– que la revista Time lo puso en una lista de íconos y héroes del siglo XXI. Es un dato masticado, pero en verdad da una noticia de la importancia de Chopra, y de lo muy influyente que es en los Estados Unidos y en el mundo. Realmente si alguien puede venir a hablarnos del “espíritu del éxito” –tocará el tema en su conferencia en Guatemala el próximo 19 de junio en el Tikal Futura– es Chopra. 

No siempre fue exitoso. DC recuerda aquella época cuando estaba preocupado por su situación financiera, y se sentía presionado por establecerse en el campo de la medicina. Finalmente, decidió quemar todas las naves: “Luego de mucha búsqueda, decidí abandonar mi puesto. Me di cuenta con toda esta experiencia que puedes ser un doctor magnífico (o ser exitoso en cualquier profesión) y al mismo tiempo ser un humano despreciable. Éste fue un gran salto hacia lo desconocido para mí, y en última instancia me llevó a donde estoy ahora. Se que esta experiencia no fue ninguna coincidencia, el universo me estaba ayudando a guiarme en un camino distinto”. 

Ahora DC ya no ese individuo estresado y fumador que era antes. Por sus palabras, uno diría que su andar por la vida es ligero y alegre: “no me tomo a mí o lo que hago seriamente”, dice. “Yo creo en el dicho antiguo de que éste es un universo recreacional, para aquellos que quieren compartir la gran pasión de Dios: la belleza. Yo siento que me la estoy pasando muy bien. No miro nada de esto como trabajo.”


Un pequeño caballo de Troya

Mi amiga la Choprafreak está encantada de haberme regalado un libro de Chopra. Como un acto de reciprocidad, yo decido regalarle uno de Krishnamurti (a quien Chopra admira profundamente), en donde si algún día lo lee, ella encontrará la siguiente frase: “Todo eso que habéis leído acerca de la realidad no es la realidad”. Un pequeño caballo de Troya. Yo también se divertirme. 



Chopra entre críticas

Muchos miran con sospecha a Deepak Chopra, tanto del lado de la medicina como de la religión. De su lado, los escépticos han escrito largos ensayos para desmitificarlo, y lo etiquetan de charlatán, de ser el más peligroso bandido en todo el Oeste del vodevil de la pseudosanación. Se ha dicho que el modo en que interpreta la física cuántica es holgada e irresponsable. Otros ponen en duda que se pueda lucrar como él lo hace en nombre de la espiritualidad. Y otros, que no se toma la espiritualidad lo suficientemente en serio.  A menudo le colocan la etiqueta New Age, peyorativamente. Pues para algunos los new age son algo así como para otros la casta de los dalits, en la India: peligrosos, apestosos, y embusteros. (Por cierto: en alguno de los artículos leídos para hacer este artículo, se especificaba que Chopra pertenece por nacimiento a la casta de los guerreros, aunque naturalmente Chopra rechaza todo el sistema de castas hindú, y por ende semejante asignatura). Hay unas críticas muy serias y otras que provienen sencillamente de la maledicencia, la cretinidad, la envidia. Lo cuál a Chopra le debe venir del norte pues es alguien que sabe defenderse, y ciertamente tiene un punto de vista y una habilidad establecida para expresarlo. 

Además, Chopra ha descubierto otra estrategia para lidiar con la crítica: la humildad. “Un día en una conferencia que estaba dando, una mujer que estaba muy enojada se acercó a mí. Me empezó a gritar, diciéndome que yo era demandante y egoísta, y que no mostraba interés por los sentimientos de los demás. Me sentí muy mal por todo esto. Naturalmente, me puse a la defensiva y respondí fuertemente, y luego procuré calmarla. Eventualmente, pudimos resolver la situación, pero su reacción tan fuerte se quedó conmigo durante varios días. Decidí llamar a varios de mis amigos más cercanos y a mi familia y preguntar a todos ellos acerca de mi comportamiento, preguntar si había alguna validez en lo que la mujer había dicho. Al preguntarle a cada persona se daba un silencio del otro lado de la línea. Me di cuenta que sí, yo también me puedo comportar equivocadamente a veces y eso me hizo más humilde. Todos somos humanos.”


Chopra sale a cambiar el mundo

Abra su browser, busque a Chopra, busque los artículos de Chopra: allí están. Columnas en donde va tratando los más diversos asuntos de la economía y la política. Algunos habrán seguido lo que dijo de Sarah Palin en su momento. No precisamente elogioso… No por haber nacido en la India se refrena en sus opiniones sobre la política interna y externa de los Estados Unidos. La clase de opiniones que seguramente le han costado no pocos seguidores. No puede acusarse pues a Chopra de no posicionarse, o de vanamente esquinarse en un ashram editorial, lejos de los revólveres del acontecimiento mundial. Es quizá lo que lo impulsó a establecer un proyecto llamado Alianza por una Nueva Humanidad, en donde se abordan problemas como lo son la guerra y el conflicto, la injusticia social, el desbalance ecológico, y la pobreza radical. 

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