Si la libertad de veras existe,
existe en tus angustiantes
niveles de glucosa.
Existe en la oficina de los abogados
donde gritaste a tu mujer.
Sin duda está presente
en el último post del Presidente
(es un miserable)
o en el cuarto en que tu madre,
vieja amiga, llora sus tumores.
Porque, realmente,
si la libertad no existe
en esos lugares,
¿de qué mierdas
sirve ser libre?
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