Condénsate, yogui, mantén la disciplina, entremézclate con la oleada dorada de las prácticas. Aprende tu alfabeto de cuchillas egodesgarradoras, visita el ritmo exhalante que todo lo penetra. En el ápside de la sadhana está la miel, la única guarida sin límites. Vamos yogui, alienígena celeste, bestia pulsante, no ceses, nace, sal del cementerio, arráncate los pulpos muertos, las ventosas parasitarias que te arrancan la sangre, porque tu sangre es ya del infinito, y tú eres su discípulo selecto, su pez más necesario. Condénsate, yogui, desinfecta, trae a ti una luz sin migas, una luz pura, dura y suave. Sí, sí, desgarra, desconyunta, deshace, sube al mar, sube al trono, muere y vive en tu disciplina. Eres alto. Los collares sollozan a tus pies.