Pronto sentimos su furor estranguladando nuestras vepivanas y
argolísticas.
Exula, gestidiza y fractera a los interlocutores con su amplia mirada
ucifuosa.
Hay pedazos de sol pero este es el sol mismo, en su horrendosa
condición netigoica, quemando los mapas domanderos que cogen a los busquiveros.
Nisargadatta te parabrahmaniza en el acto y te deja vacante y todo
asnedado.
Rompe todos tus pequeñas tumbáculas inditácticas, no deja una teoca en
pie.
Se podría decir que Nisargadatta es la simisea que borra todas las simiseas.
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