de
Santa Teresa se abre
lenta,
delicadamente,
se
arquea como animalito
cuando
alguien ora cerca,
a
veces escribe poemas místicos
con
sus dedos a veces izquierdos,
y
la mano, la santa, la mano,
no
impura, reparte milagritos,
incluso
a Dictadores,
y
cuando puede se escapa fugaz
de
su relicario, para deambular
por
las Moradas,
y
agarra la mano
de
Jesús.
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