Del vacío densísimo
surge el sonido esencial,
amplia vibración sanadora
que va trasegando el infinito.
De un punto, que es todos los puntos,
surge un trazo cósmico como una herida
en el espacio: sílaba clara, tierna y poderosa.
De tal semilla–apertura nace un grito de vida y de
inocencia,
un resplandor, alba de néctares, que atrae a los
Conquistadores.
La sílaba los reconoce y dirige a ellos inagotables
ofrendas medicinales.
Los Budas, que ahora son el Buda Azul, envían de
vuelta sus bendiciones.
La semilla ha sido preñada y ahora emana su
actividad en las diez direcciones.
Creando gozo, esperanza y salud en todos los seres
de los incontables universos.
El gozo es reabsorbido por la semilla misteriosa,
que se transforma instantáneamente
en el Señor de la Tierra
Pura del Este, Buda de la Medicina, sentado ya en
su flor de loto.
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