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Toro Sentado


En una noche de aquellas,
Toro Sentado, el hierático,
Tatanka, tiene una Visión:

desde un cielo de larvas,
flácidas hachas bajan
a una tierra sin señorío,

en donde solamente hay
una colina y un pájaro;

el pájaro es espantado 
por un disparo atónito,

que rompe un círculo;

la sangre del círculo roto
se convierte en bravo río
de plumas envenenadas;

el río se estrella contra
una roca dura de balas;

la roca, ella, está rodeada

por cantos estériles,
por hambres furiosas,
por danzas degolladas,
por bisontes golpeados,
por caminos muertos,
por huevos podridos, 
por caravanas ridículas,
por escopetas borrachas,
por reservas en llamas
y por caballos desiertos.

Tal es la Visión.

Toro Sentado,
una vez más,
se levanta.

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