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Amma


Vine de lejos, Amma, vino el hollado, porque son las cuatro y estoy enfermo.
No conozco tu idioma, ni tu religión, pero me dicen que eso no importa.
Que por tu presencia aurífera vienen ángeles universales que dan consuelo.
Y que, en tu sentido abrazo, se borran el cuerpo, el cáncer, la célula retorcida.
Alguna vez fui limpio, fui sano, Madre: alguna vez no fui fétido, ni fui cárcel.
Eso era entonces, cuando podía hacer las cosas que un hombre puede hacer.
¿Me puedes ayudar, mujer numinosa, santísima mujer, de la India venida?

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