Es lo que se dice un clásico espiritual.
Fue escrito por Paramahansa
Yogananda.
Yogananda, no otro, fue el verdadero introductor del
Yoga
en Occidente, muchos antes de Maharishi, Bhajan y
todos ellos.
Más allá del éxito que ha tenido, y las incontables
reediciones,
yo le diría que es un libro con el valor de
despertar su inocencia.
Sin inocencia, ¿quién puede pasar al otro lado,
realmente?
Yogananda nos encandiló con todas esas historias:
milagros, siddhis, poderes, proezas yóguicas.
Lo bonito de ese libro, tan logrado desde el título,
son sus capítulos llevaderos, que van formando
una vid narrativa muy nutrida y estimulante.
Aún siendo un
libro largo, se lee fácil, y nos captura
porque cronifica a todos esos santos espirituales,
no solo de la India, tales como Patanjali o
Shankara,
sino también de occidente, así una Teresa Neumann.
(En Yogananda Jesús y Krisna se toman de la mano.)
Allí tenemos por supuesto el reporte del avatar
Babaji,
que al parecer vivió una increíble cantidad de
tiempo.
También se deja ver el interés de Yogananda por la
ciencia,
pero sin descuidar nunca el oro de lo misterioso y
sobrenatural.
Así, la descripción que hace de los planos astrales
es impecable.
Compre el libro, vale la pena. Si no puede pagarlo,
se lo doy.
Pasarán libros en los anaqueles, pero este quedará
siempre.
En lo que a mí respecta no hay sino gratitud, no hay
sino amor,
por este hombre indio, Yogananda, que es amor
universal.
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