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La realización



Se define usualmente la realización como la ejecución de una acción.

 

Una acción es ejecutada, finalizada, realizada.  

 

Realización es resolución.

 

En el realizado, algo se ha resuelto a un nivel fundamental. 

 

Hay una idea de completitud, algo se completa. 

 

¿Y qué es lo que se completa? 

 

Se completa el descenso: el viaje espiritual llega a su madurez. 

 

En un sentido amplio, al realizarnos estamos realizando la realidad. 

 

De hecho la palabra realizar contiene la palabra «real» en ella.

 

Realizar quiere decir poner en práctica, o actualizar, lo real. 

 

Místicamente, nos hemos movido de un estado de irrealidad a un estado de realidad. 

 

Ese movimiento ha sido ya sea gradual o súbito. 

 

Algunos dicen que la realización es siempre gradual.

 

Otros que siempre es súbita.

 

¿Y si fuera gradual y súbita al mismo tiempo? 

 

Como se dice a veces: 

 

«Siendo mientras llegando». 

 

Hay dos partes o movimientos mayores en la realización espiritual. 

 

La realización del movimiento ascendente, es decir de lo limitado a lo ilimitado.

 

La realización del movimiento descendente, es decir de lo ilimitado a lo limitado.

 

Una vez ha terminado el proceso de descenso ya nos podemos dar por bien servidos: la realización está completa. 

 

Un auténtico realizado es alguien que no solo ha conseguido trascender la existencia limitada, sino alguien que, habiéndose convertido en nada, vuelve a ser alguien. 

 

Alguien que vive de nuevo su propia limitación, pero ahora desde lo ilimitado. 

 

Lo que da el efecto paradójico de que la limitación ya no es limitante. 

 

Y es que solo en una cárcel sabremos si somos realmente libres o no. 

 

El mérito verdadero no es ser libre de la cárcel, sino en la cárcel. 

 

De análoga manera, la entera realización solo puede darse en la existencia condicionada. 

 

El realizado solo es libre en la manifestación. 

 

Fuera de ella, ¿de qué libertad estamos hablando? 

 

De hecho, para el realizado la manifestación es como un campo de juego, un playground. 

 

El devenir es gozoso, dulce y transparente. 

 

Éxtasis & orgasmo. 

 

El mundo sigue siendo un lugar de dolor, pero ya no es un lugar de sufrimiento. 

 

El sufrimiento ya no es un problema. 

 

Tampoco lo es la individualidad, puesto que ha sido conjuntada con lo eterno. 

 

Tal es la auténtica nodualidad. 

 

En vez de obliterarlo o evadirlo, le damos al yo relativo un lugar en el esquema de las cosas.

       

No estamos hablando del yo que se agota en su pequeñez, que se identifica con su pequeñez, que hace de su pequeñez una grandeza. 

 

Sino del yo fénix, el yo que ha sido transfigurado por lo supremo, y ahora es inmanencia iluminada. 

 

Desde luego, hay grados de realización.

 

El último grado es volverse un maestro de la realización.

 

No necesariamente un maestro en términos de impartir enseñanzas, sino de dominar completamente el arte de la nodualidad. 

 

Aunque por otro hay lado muchos realizados que sí son maestros en el sentido técnico de la palabra.

 

Y aunque no precisa ser un maestro para ser un realizado, ciertamente hay que ser un realizado para ser un maestro. 

 

Nadie puede enseñar la realización si no es, en alguna medida, aún mínima, un realizado. 

 

A los charlatanes tarde o temprano se les cae la laca. 

 

Por otro lado, el maestro realizado puede o no tener maestros, pero honestamente ya no los necesita, o no en todo caso como antes; y eso es porque ya adquirió su propia maestría. 

 

Si los tiene, si tiene un maestro, es en virtud de su humildad, y de su disposición a ahondar, no en todo caso de su falta de comprensión y competencia. 

 

Como ya se dijo: ya adquirió su propia maestría. 

 

Y su maestría no coincidirá exactamente con la de su maestro. 

 

Esa idea de que hay una realización única, y que todos nos tenemos

que ajustar a ella, es simplemente burda e ignorante. 

 

Hay muchas formas de realización espiritual, potencialmente infinitas, como hay inagotables cromatismos en la tierra. 

 

Hay tantas formas de realización como realizados, que parecen ir en aumento, durante esta bendita era acuariana. 

 

Sin embargo, no todos los que emprenden el camino espiritual están destinados a realizarse. 

 

Es difícil saber por qué alguien se realiza y otro no, cuando ambos han puesto similar empeño. 

 

Incluso el realizado ha puesto menos empeño: y a lo mejor es por eso: porque estaba más relajado. 

 

O puede ser un asunto de karma. 

 

O una cosa química, como diría Nisargadatta. 

 

A nosotros nos gusta pensar que la realización es una cosa de trabajo.

 

Incluso los proponentes del no esfuerzo, y de la no sadhana, han hecho un montón de cosas para llegar a donde han llegado. 

 

Ahora bien, es una cosa de trabajo, pero trabajo inteligente. 

 

Por demás, siempre habrá un factor ajeno a nuestra voluntad y esfuerzo, llamémosle gracia, fortuna o lo que sea. 

 

En verdad no es fácil establecer el algoritmo correcto que nos llevará a la realización, especialmente porque es dinámico y cambiante y único para cada cual. 

 

En términos muy generales hay realizaciones que tienden a orientarse más hacia el conocimiento.

 

Otras hacia el amor. 

 

Otras hacia el poder.  

 

Otras buscan integrar conocimiento, amor y poder. 

 

Sea como sea el tipo de realización que tengamos, desemboca en un profundo sentido de sacralidad. 

 

Con la realización, se consagra la realidad, es decir la realidad se vuelve sagrada. 

 

Una vez acaecida la sacralidad –la armonía profunda– esta busca ser comunicada, expresada.

 

Es así como la realización personal busca la realización colectiva. 

 

Un sol no solo alumbra hacia dentro. 

 

No hay tal cosa como un sol egoísta. 

 

Queremos que nuestra realización toque todo aquello que aún permanece irrealizado.