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La realidad grosera


La realidad grosera es parte mayor de la manifestación. 

 

1.

 

Por realidad grosera nos referimos a la realidad elemental, la realidad de los cinco elementos: tierra, agua, fuego, aire, espacio. 

 

Es obvio que una tabla periódica nos da un paisaje elemental menos mitopoético, más completo sin duda. 

 

Sin embargo el mapa clásico de los elementos nos sirve para entender ciertas conductas de la materia: solidez, dinamismo, etc. 

 

2. 

 

La realidad grosera es la realidad de los cuerpos elementales.

 

Cuerpos que están hechos de elementos y absorben elementos. 

 

Y son a su vez absorbidos por otros cuerpos. 

 

Todo se alimenta de algo. 

 

Todo es consumido por algo.  

 

Un cuerpo grosero está hecho del alimento que consume, de ahí que se le llame el cuerpo de alimento. 

 

3. 

 

Las personas pretendidamente espirituales rechazan a veces la realidad grosera, por considerarla una grosera realidad, una realidad antiespiritual.

 

Pero lo cierto es que la realidad grosera es tan espiritual –es tan Espíritu es decir– como el resto de franjas de la realidad. 

 

Desde el punto de vista tántrico, la realidad corporal no es necesariamente la forma más basal del espíritu, sino su culminación, en cierto modo. Es un punto de vista que no vamos a discutir aquí, por falta de tiempo, pero valdría la pena hacerlo más adelante. 

 

Lo que sí diremos es que la realidad grosera permite un tipo de experiencia muy peculiar que no existe en otros ámbitos de la forma o de la no forma. 

 

4. 

 

Más allá de eso, hay que decir que sin la realidad grosera no hay realidad sutil o hipersutil. La realidad grosera es el fundamento sobre el cual se erigen los otros ámbitos. Y solo por eso merece respeto. 

 

En otras palabras, el cuerpo/mente grosero da lugar al cuerpo/mente sutil, que da lugar al cuerpo/mente hipersutil. Eso en el camino ascendente. 

 

En el camino descendente, el ser inmanifestado da lugar al cuerpo/mente hipersutil, que da lugar al cuerpo/mente sutil, que da lugar al cuerpo/mente grosero. 

 

5.

 

En todo recién nacido, se deriva, ya están presentes e implicadas la realidad física, la realidad  sutil y la realidad causal. 

 

Por supuesto, las tres realidades están ahí de un modo latente. 

 

Al recién nacido le queda un largo trabajo de explicitación de tales realidades, que podrá terminar o no en la presente vida.

 

Para el bebé, la primera dimensión, la dimensión inmediata a conquistar será la realidad física. 

 

Por tanto, se identificará mayormente con su materialidad, que necesita organizar. 

 

En tal sentido es un ente mayormente material. No cuenta con el nivel de sofisticación para ser otra cosa.   

 

Está en un nivel muy rudimentario, marcado por la inconsciencia. 

 

6. 

 

Inconsciencia no quiere decir falta de consciencia.

 

Lo que pasa es que se trata de consciencia densa o grosera como el mismo cuerpo denso o grosero que la acompaña. 

 

Recordemos que todos los niveles de realidad manifiestos, incluyendo el grosero, poseen un cuerpo y una consciencia. 

 

Donde hay una consciencia hay un cuerpo y donde hay un cuerpo hay una consciencia. 

 

Conforme el cuerpo se va sofisticando, la mente adquiere niveles más avanzados de experiencia interior.

 

7. 

 

Conforme la mente se hace más compleja, el cuerpo también rinde posibilidades más interesantes. 

 

Un cuerpo humano es un biohardware realmente excepcional. 

 

¿No es extraordinario cómo el universo, a partir de la materia ruda, y los elementos básicos, ha conseguido dar cuerpos tan esplendentes como el de la especie humana? 

 

En realidad todos los cuerpos son milagrosos. 

 

Un cuarzo, un roble.

 

O, en el reino animal, un grillo, un dinosaurio, un murciélago. 

 

Todos estos cuerpos tienen una configuración específica de sentidos, órganos sensóreos y campos de sensibilidad, configuración que les permite navegar de un modo muy preciso la realidad grosera.  

 

Es cierto que cada uno de estos cuerpos tiene limitaciones, obviamente, pero asímismo increíbles potenciales. 

 

En el caso del ser humano, la evolución nos ha situado ya en una etapa tecno y posthumana, con prospectos aún difíciles de evaluar. 

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