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La manifestación


Los tres aspectos de la realidad son: manifestación, consciencia, ser.

Aquí nos enfocaremos en la realidad de la manifestación.

        

La manifestación surge porque el espíritu desea experienciarse a sí mismo. 

 

Es dable decir que la manifestación es el rostro dinámico, dual, del espíritu.

 

Si la teoría clásica del big bang es cierta –y siempre hay otras teorías, incluso científicas, que pretenden destronarla– entonces la manifestación comenzó con un big bang. 

 

Así en lo que respecta a nuestro universo (habrán otros). 

 

El big bang originó la manifestación y originó al tiempo relativo, condición de la manifestación. 

 

Previo a eso había otra forma de tiempo, un tiempo sin paredes. 

 

El tiempo de la eternidad y de la consciencia, que dio luz a la manifestación. 

 

En efecto, la manifestación ocurre desde el ser consciente, por el ser consciente, en el ser consciente y hacia el ser consciente. 

 

Tal es la narrativa cósmica que estamos viviendo.  

 

Puesto así, parece una narrativa simple. 

 

Pero nada en la manifestación es simple. 

 

La manifestación es increíblemente compleja. 

 

Limitémonos a su parte física: es inagotable. 

 

Inagotable en las macroescalas, inagotable en las mesoescalas, inagotable en las escalas infinitesimales. 

 

Desde luego, la cosa se complica si consideramos en la posibilidad, no de uno, sino de muchos universos materiales. 

 

Y se complica más si tomamos en cuenta todas las materias que no alcanzamos hasta la fecha a ver, medir y observar. 

 

Eso solo por hablar del cuerpo grosero de la manifestación. 

 

¿Qué hay de los otros cuerpos? 

 

Por ejemplo, en la India se habla de cinco cuerpos, envolturas o koshas.

 

Podemos listarlos, brevemente. 

 

El primero es el cuerpo de alimento, o annamaya kosha. 

 

El segundo es el cuerpo de energía, o pranamaya kosha.

 

El tercero es el cuerpo de pensamiento, o manomaya kosha.

 

El cuarto es el cuerpo de conocimiento, o vijnanamaya kosha.

       

El quinto es el cuerpo de gozo, o anandamaya kosha.

 

Cada uno de estos cuerpos es asociable a un reino de la manifestación. 

 

El annamaya kosha corresponde al reino mineral. 

 

El pranamaya kosha correspone al reino vegetal. 

 

El manomaya kosha corresponde al reino animal. 

 

El vijnanamaya kosha corresponde al reino hominal. 

       

El anandamaya kosha corresponde al reino angelical.

 

Es de aclarar que cada reino ulterior lo es en virtud de que ha actualizado o explicitado ya los cuerpos de los reinos previos. 

 

Por otro lado, que un reino corresponda a un kosha solo quiere decir que lo explicita. No quiere decir que lo lleva a las últimas consecuencias (por ejemplo el reino animal inagura, pero no agota, el manomaya kosha, que claramente se virtúa y refina en el reino hominal)

 

Dicho bien, todos los cuerpos están presentes en todos los reinos, pero los cuerpos superiores solo están en los reinos inferiores de forma latente. 

 

Por otro lado se puede dar el caso de seres que pertenecen a cierto reino nominalmente, pero en la realidad su línea base está en otra. 

 

Por ejemplo hay hombres o mujeres que están tan identificados y de manera tan exclusiva con su cuerpo físico, que más parecen plantas o cosas que seres humanos. 

 

Desde luego, cada uno de estos cuerpos tienen una dimensión consciente que da lugar a un mundo interno, a una particular sintiencia.

 

Lo menciono porque así como el universo somático es complejísimo y vastísimo también lo es universo de experiencia interna que acompaña ese universo somático. 

 

Lo que queremos en todo caso retener aquí es que la manifestación está compuesta de múltiples, en realidad incontables, niveles de corporeidad–consciencia.

 

Para no hacer demasiado complejo y granular el asunto, vamos a partir el pastel en tres. 

 

Para empezar está el nivel de la realidad grosera: el nivel del cuerpo–consciencia material. 

 

Luego está el nivel de la realidad sutil: el nivel del cuerpo–consciencia mental. 

 

Finalmente está el nivel de la realidad causal: el nivel del cuerpo–consciencia hipersutil. 

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