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La realidad


Hablemos de la realidad. 

 

 

1.

 

Podemos hablar de muchas realidades. 

 

O podemos hablar de una sola realidad, en distintos estados. 

 

Algo así como los estados del agua: sólido, líquido, gaseoso. 

 

El agua es la misma; son los estados los que cambian. 

 

De igual manera podemos hablar de una sola realidad, en cuatro estados. 

 

Que son: la sustancia; la sintiencia; el ser; la nodualidad.

 

La nodualidad en realidad incluye todos los demás estados. 

 

Por lo mismo es algo más que un mero estado. 

 

Si los primeros tres estados son sucesivos y excluyentes, el último es simultáneo y coemergente. 

 

Normalmente, cuando un ser convencional se encuentra en el estado de la sustancia, la sintiencia y el ser se le escapan.

 

Cuando se condensa en la sintiencia, no percibe la sustancia o el ser. 

 

Cuando está en el ser, la sintiencia y la sustancia cesan. 

 

Pero si ha actualizado el estado no dual, entonces está al mismo tiempo y de una manera explícita en la sustancia, la sintiencia y el ser. 

 

Técnicamente la nodualidad es la única, la verdadera realidad. 

 

Ahí donde hay realidad (y nunca hay sino realidad) siempre hay sustancia, sintiencia y ser.

 

Todo junto y sin separación.

 

La realidad es, siente y existe, a un tiempo. 

 

En efecto, el fundamento, función y finalidad de la realidad es ser, sentir y expresarse.  

 

No hay tal cosa como ser sin sintiencia y sustancia. 

 

No hay tal cosa como sustancia sin ser y sin sintiencia. 

 

No hay tal cosa como sintiencia sin sustancia y sin ser. 

 

 

2.

 

Despertar es propiamente despertar a la realidad nodual. 

 

Desde luego, despertar supone un proceso. 

 

A veces se habla de despertares espontáneos, pero en nuestra humilde opinión, todo despertar es, en una medida, producto de un proceso. 

 

El proceso de despertar es uno en donde adquirimos múltiples posiciones de realidad. 

 

Si hablo aquí de posición es porque no solo es importante lo que miramos sino desde donde lo miramos. 

 

No es lo mismo mirar la realidad siendo Maurice que siendo el Universo, por ejemplo. 

 

Nuestra posición de ser condiciona la realidad que experimentamos. 

 

Digamos que cada una de estas posiciones, bases ontológicas, nos da una realidad distinta. 

 

¿No vale la pena explorar todas estas posiciones? 

 

Claro, podemos seguir mirando la misma realidad desde la misma posición. 

 

Incluso, desde esa posición, mirar muchas realidades. 

 

Pero el punto, pareciera, es mirar muchas realidades desde muchas posiciones. 

 

Y aún más: mirar simultáneamente todas las realidades desde todas las posiciones. 

 

Es decir meter todas las posiciones en un mismo saco. 

 

El que mete todas las posiciones en un mismo saco es un despierto. 

 

¿Y cuáles son todas las posiciones? 

 

La primera posición, la posición default, es la posición de la inconsciencia. 

 

La segunda posición es la posición de la individualidad. 

 

La tercera posición es la posición del universo.  

 

La cuarta es la posición de la eternidad. 

 

La quinta es la posición del testigo. 

 

La sexta es la posición del ser. 

 

La séptima es la posición de la nada, que no es posición alguna. 

 

La octava posición es la nodualidad, el despertar.

 

La forma en que avanzamos de posición en posición es muriendo. 

 

Para poder trascender a una nueva posición tenemos que renunciar a la posición anterior, morir a ella.  

 

Desde luego no vamos a poder morir a una posición, si no consideramos la posibilidad de que hay algo más allá de ella. 

 

Si creemos que la realidad se agota en nuestra posición, no vamos a llegar muy lejos. 

 

El conocimiento consiste en suspender nuestra realidad actual y permitir que nos inunde una realidad ulterior. 

 

¿Y si somos más de lo que somos? 

 

¿Y si somos más de lo que creemos ser, más de quien creemos ser, más de cuando creemos ser, etcétera?

 

La realidad es, en términos muy prácticos, abrirse a lo desconocido. 

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