La realización del corazón se manifiesta como recreo, resonancia y resplandor.
Aquí hablaremos del tema del recreo, es decir del gozo.
Particularmente del gozo que viene con la realización.
Antes de la singularidad –es decir antes del momento cuando dejamos de ser un ego y pasamos a ser la realidad en toda su realidad– todo gozo es insatisfactorio, relativo y temporal.
Incluso los deleites que pretenden ser muy altos y espirituales son limitados, muy simplemente porque son vividos a través del prisma y el patrón egoico.
O puede ser que ya nos encontremos en alguna clase de estado postegoico, pero no por ello estamos establecidos en el gozo último.
A lo mejor estamos perdidos en refracciones muy sutiles de la consciencia.
Y sucede que nos encuevamos en esas refracciones.
Es lo que en zen se llama la cueva del diablo, makhyo.
Es muy fácil y tentador perderse en estados místicos de paz, luz, dulzura, gozo, fuerza.
Pero son estados que no tienen el sello del vacío y la característica final de la no dualidad.
Es cierto que hay practicantes que consiguen estabilizar un genuino estado de absorción y deleite trascendental.
En la India le llamarían a ese estado nirvikalpa samadhi.
Aquí el yogui conoce es verdad lo que se llama ananda.
Ananda siendo la propiedad de bienestar inherente al ser–consciencia.
Se podría decir que cuando el ser (sat) es consciente de sí mismo (chit) aparece el gozo (ananda).
Más correctamente, se podría decir que presencia, consciencia y sintiencia siempre surgen simultáneamente, para toda la eternidad.
El problema con el nirvikalpa samadhi es que no se trata de un logro definitivo.
El yogui no es capaz de vivir el júbilo de ananda fuera del estado de meditación.
Nirvikalpa samadhi es un estado genuino, pero sigue siendo reclusivo.
Es genuino, sí, pero a la vez su reclusividad le hace un poco artificial.
Cuando volvemos a los platos sucios y al cronograma diario, se pierde.
Por tanto nuestros esfuerzos han de enfocarse en integrarlo.
Integrarlo es reconocerlo en el mundo y en el devenir.
Cuando el nirvikalpa samadhi se integra, entonces surge lo que se llama sahaja samadhi, que es samadhi en la actividad, felicidad en lo inmanente, deleite en todos los estados, incluidos los más ordinarios.
En medio de la mismísima cotidianidad, sentimos un campo de placer tangible, vivencial y evidente.
Esta dicha es pervasiva, en el sentido de que surge en todas las experiencias.
Y es continua.
Es un estado que no se pierde nunca, porque en realidad no es un mero estado; es un transestado.
Este gozo contrasta intensamente con la miseria de la vieja vida samsárica.
Contrasta con los viejos y típicos estados de gratificación presingulares, de naturaleza condicional.
Por tanto no hay que confundir estos estados menores con lo que estamos denominando el gozo.
Lo más peligroso de utilizar un término como gozo es que puede levantar materialismo espiritual en el estudiante que aún tiene un ego convencional.
Si seguimos utilizando la palabra gozo es porque confiere ese sentido de plenitud y flow que advienen con la realización.
Lo importante a retener aquí es que no hablamos de burda complacencia, de complacencia presingular, por muy sattvica que sea.
Bien definido, el gozo es gozo sin causa, sin opción y sin condiciones, en medio de la experiencia relativa.
Este sí que es el último gozo, en el sentido de que es gozo incondicional, que no requiere reclusión ni absorción especial.
En la jungla más espesa, en el lodo más repugnante, pervive.
Es lodo en éxtasis.
Este es el verdadero gozo no dual, y por tanto no rechaza la insatisfacción ni pretende transformarla o erradicarla como lo hace la mente samsárica.
Si la erradica, no lo hace programáticamente, sino porque no es hábil retenerla desde el punto de vista iluminado, lo cual ni siquiera es siempre el caso.
Todo para decir que la iluminación no tiene rencilla automática con la insatisfacción.
Es gozo en la insatisfacción, podría decirse.
Es orgasmo en la tortura.
Es tortura que es orgasmo.
Siendo el orgasmo un estado de no contracción.
Un organismo iluminado es un organismo en donde la contracción default del ego gusano ya no es operativa.
Es un organismo auténticamente relajado, no relajado artificialmente por el egusano.
¿Cómo puede la contracción relajar la contracción?
No es que no hayan contracciones, claro.
La vida es la vida, seguimos teniendo un sistema nervioso, hay bloqueos internos, estamos constantemente confrontados por la esfera relacional.
Se ha sabido de personas que aún despiertas, siguen teniendo problemas de depresión, por ejemplo.
Eso es perfectamente posible, salvo en nuestro la la land espiritual.
No hay que confundir las cosas.
De que hay contracciones hay contracciones, aún si en este caso y a estas alturas del juego son ya contracciones naturales, no neuróticas (la vieja distinción dolor/sufrimiento).
Y esas contracciones definitivamente pueden definir la expresión del gozo.
Pero como ya no existe la contracción primaria del egusano, el gozo no cesa.
Como no hay identificación malsana con la contracción, el gozo no es velado, como era el caso antes.
Por demás, no es que se abandonen por completo la viejas estrategias con las cuales solíamos desinflamarnos y autoregularnos.
Muchas de esas estrategias sobreviven la singularidad, y por tanto siguen vigentes para lidiar con las demandas del aquí y del ahora.
Sobre todo ahora somos capaces de utilizar todas las expresiones de lo relativo, incluidas las dolorosas, como portales a lo absoluto, y por tanto todas las contracciones se autoliberan continuamente en el espacio radiante y vacío.
Son en sí mismas espacio radiante y vacío.
Aún en la contracción, hay comodidad en el cuerpo.
Aún en la contrición, hay contentamiento en el corazón.
Aún en la confusión, hay complacencia en la cabeza.
No hay distinción alguna entre el samsara y el nirvana.
Como no lo hay entre el ego y la iluminación.
Por supuesto aquí ya estamos hablando del ego que ya no es un estado exclusivo e implosionado del ser.
Hablamos del ego sin paredes: del ego fénix.