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Padmasambhava


I

Nacido de una flor de loto,

Padmasambhava

trajo al desierto

la lluvia.


II

Discípulo de reverberantes dakinis,
descubrió verdades como bramidos,
en formidables campos crematorios.


III

Le mostró cositas tántricas
a las princesas malportadas.

Por lo cual quisieron quemarlo.

¿Pero cómo quemar al fuego?


IV

Las dagas yóguicas cercenan todo a su paso,

abriendo los nuevos caminos del budadarma.


¡Tiemblan ellos, los ancianos demonios!


V

No hay obstáculos para este mar

en llamas llamado

Padmasambhava.


Padmasambhava

es el maestro es el maestro es el maestro.


VI

Sobre un glaciar de nada
roja, al este de las cosas,

cuatro tigres inmaculados
llevan a Gurú Rimpoche.


Los ojos feroces,
el bigotillo cínico,

el mudra inequívoco,

la lanza tridente,
cráneo y néctar.

Profético y profetizado,
propagador de termas,
puro en tantos cuerpos:

Corazón de la Gran Perfección.


VII

Dejó un mantra
que es un rayo,

cuya expresión
vacía el samsara:

Om Ah Hum Vajra
Guru Padma Siddhi

                     Hum.


VIII

Con ese gesto tan delicado
de quien juega con universos,

Padmasambhava
nos contempla

desde todos
los lados.

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