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Castaneda


El chamán ha muerto,
en el crepúsculo. 

Ojalá que los coyotes vengan 
a buscar su cuerpo 

(su cuerpo, sus nervios, sus hemisferios cerebrales)

y lo lleven nuevamente al lugar del salto,
del hiato magnífico. 

Gracias maestro 
por darnos la técnica excéntrica
del infinito.

Por hacernos entender
que la sed existe,

y que ante la misma hay que ser,
hay que ser impecable.

Tus tácticas, tus mentiras,
ya las conocemos: no nos asombran. 

Nos siguen asombrando 
las frases 

desérticas
con que nos guiaste en el desierto.

Y es en el desierto donde caminamos,
entre vértebras de brujas

muertas. 

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