En
estos tiempos dialectales y oscuros, 
tiempos
ya de persecución y juramento,
no
hay muchos como él, y los que hay, 
enmudecen,
se abaratan en su silencio. 
Solo un
herético como Eckhart 
prevalecerá
ante el Abundante.  
Lo simple y
lo complejo,
lo humilde y
lo insondable,
lo ungido y
lo episódico, 
no encuentran
contradicción
en su
persona.  
Eckart sigue
escribiendo,
bajo la luz 
de la llama
–de la llama
total. 
Eckhart es el
ojo
con el cual
miramos a Dios
con el cual
Dios nos mira.
