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Showing posts from January, 2018

Cristo

Óyeme, Cristo, amor, dime algo tierno al oído. Dame tu coro de células, tu utensilio.  Te ofrezco  este material completo de sufrimiento, esta simulación de vida, penetra este fuego con tu sombra.  Óyeme, Cristo, amor, no seas dócil, no tengas consideración por las ingles de esta angustia.  Pon en derredor la mano, clandestinamente.  Ven, impío, extrae de mí las vísceras, ven a rozar mis enucleaciones. Seamos la cochambre, y cuando todo esté consumado  salgamos juntos  al balcón  a contemplar los buses interinos, para llorar  por aquellos choferes que muertos los conducen.   

Mooji

1. Eres de la sequía. Escribes cartas que son largos viajes a ninguna parte. Trabajas en negros horarios y, en tus momentos libres, restañas, como puedes, las heridas, y rascas las membranas blancas del insomnio. Esta es la humillación de la cual te hablaron de niño. Y resultó ser todo cierto. Cierto el cáncer tejido a la espuma. Ciertas las preguntas como innumerables gorgojos. Ciertas las provincias quemadas por el sol. Los periódicos te transmiten su hipotermia, la lunas te enredan en supersticiones, las pistolas quieren entrar en tu boca, las repúblicas darte genocidios. Tu esposa, cuyos pómulos se pudren, extiende ambas manos, y en ellas el bebé muerto reposa, te mira con su ojito hermético. Y ahora has botado otra semilla de sufrimiento en el mar, asesinando otra vez su belleza. 2. Harto ya, buscas. Procuras. De hotel en hotel, te mueves. Metes tu mano por centésima vez en el cadáver: quieres el tibio órgano luminoso. Salvar el hombre y el puente. Unir las es

Meister Eckhart

Tenemos un amigo: se llama Eckhart. En estos tiempos dialectales y oscuros, tiempos ya de persecución y juramento, no hay muchos como él, y los que hay, enmudecen, se abaratan en su silencio. Solo un herético como Eckhart prevalecerá ante el Abundante.   Lo simple y lo complejo, lo humilde y lo insondable, lo ungido y lo episódico, no encuentran contradicción en su persona.   Eckart sigue escribiendo, bajo la luz de la llama –de la llama total. Eckhart es el ojo con el cual miramos a Dios con el cual Dios nos mira.

Lama Ole

Ole, dorje y pulmón, lleva el darma–diamante a las tierras tan bárbaras del entero planeta Tierra. Desde un pájaro de hierro se deja caer una y otra vez al excitante abismo sin alas. Es hijo del Espacio y del Karmapa, que son lo mismo, y por lo tanto vive sin muros, sin ventanas, directamente. No rinde cuentas a los lacayos de lo políticamente correcto, más bien destripa las larvas color existencia condicionada que brotan de sus bocas crónicas. Ole, sin cal en la lengua, ruge, y cruza en su motocicleta vajra las carreteras cubiertas de aceite de ego, como un rayo sin miedo. Además ayuda  a las personas a morir/no morir.  Todos los aviones se postran ante el lama danés.

Trungpa

[PARA EL VIDYADHARA] Para llegar al Tíbet hay que salir del Tíbet, emerger de su larga y fría y larga anestesia, saltar sus enormes muros mudos, buscando   el calor sagrado de las prostitutas sin dientes.   Porque el Tíbet, de hecho, no existe, jamás ha existido,   salvo en el feto exangüe girando en el vientre de la rueda.   No necesitamos gentiles reencarnados bebiendo martinis de luz en el centro sin carne de los palacios de máscara.   El viaje –lo dijo el loco, lo dijo el paralizado–   no tiene finalidad, y a propósito no tiene fin. Seguimos cayendo, seguimos cayendo, caemos, a ningún lado, en este inconmesurable ataúd sin paredes,   pero nuestra caída sin forma es una forma de dar, de dar de comer a las palomas de la niebla,   a los seres sin saldo, atormentados por no saber vagar en este vasto Tíbet sin Tíbet, este feroz Tíbet abierto.  Somos los exiliados, el hígado se nos está muriendo.   Somos los nómadas, estamos despiertos.

Dhiravamsa

De la herida de la atención brota la sangre verdadera.   Gracias amigo Dhiravamsa por las flores resucitadas.   No dejes de abrir tu ojo, porque tu ojo es el mar. 

Sangye Menla

Espejo azul, una hierba nace abierta de tu mano.  Nos lavaremos para recibir al Sanador.            Los inciensos –como ángeles– se levantan.  Los ángeles –inciensos– ya están danzando.  Estamos aquí por los dorados enfermos, los arqueados, que buscan,  con la mano enceguecida,  tu néctar, entre las estructuras  manchadas.           Amigo: por ti, cual cirios de carne, ardemos: ¿quién otro nos pondrá un ojo tercero de vida en la frente?  Así que en la costa hemos dejado un tabaco fino, un sahumerio rojo, inmortal –una ciudad  de ofrendas, para ti.  Te damos todo:  los pájaros transparentes te damos.   Remueve la decadencia, remueve la pudrición,  en el centro de los nombres remueve lo triste,  y lo no expiado.   Te imploramos: que tu lluvia de animal divino limpie los mares todos,  sane con sus cinco brasas el árbol de cada cual. Beberán las sílabas  el rocío tiern

Padmasambhava

I Nacido de una flor de loto, Padmasambhava trajo al desierto la lluvia. II Discípulo de reverberantes dakinis, descubrió verdades como bramidos, en formidables campos crematorios. III Le mostró cositas tántricas a las princesas malportadas. Por lo cual quisieron quemarlo. ¿Pero cómo quemar al fuego? IV Las dagas yóguicas cercenan todo a su paso, abriendo los nuevos caminos del budadarma. ¡Tiemblan ellos, los ancianos demonios! V No hay obstáculos para este mar en llamas llamado Padmasambhava. Padmasambhava es el maestro es el maestro es el maestro. VI Sobre un glaciar de nada roja, al este de las cosas, cuatro tigres inmaculados llevan a Gurú Rimpoche. 
Los ojos feroces, el bigotillo cínico, el mudra inequívoco, la lanza tridente, cráneo y néctar. Profético y profetizado, propagador de termas, puro en tantos cuerpos: Corazón de la Gran P