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La atención plena


Quisiera hablar un poco de la atención plena o, como le llaman en inglés, mindfulness. 

 

El mindfulness es una meditación de extracto budista, pero como se sabe ha rebasado el dominio del budismo para ingresar a la espiritualidad universal y a la esfera secular también, en innumerables áreas. 

 

Lo que se llama hoy mindfulness es lo que originalmente se llamaba en pali sati. 

 

(Hemos de recordar que todo el canon budista fue registrado en pali originalmente, por tanto a la fuente budista original se llama "el canon pali".)  

 

Sati es el primer factor de los siete factores de la iluminación, siendo los otros la investigación, la energía, el gozo, la tranquilidad, la concentración y la ecuanimidad. 

 

Sati realmente quiere decir presencia o recolección. 

 

Sati técnicamente no corresponde a la facultad de sostener la atención, como se piensa a veces; más bien es la facultad que nos permite recordar que tenemos que poner la atención, es la facultad que nos devuelve a la atención, y nos saca de la distracción. 

 

El sostener la atención tiene más que ver con el factor ya mencionado de la concentración, que sostiene, más que recupera, la atención. En etapas muy sutiles de la meditación, la concentración incluso le resulta un detrimento. 

 

Pero en etapas previas, Sati y concentración funcionan en tándem.

 

A menudo se utiliza el término mindfulness para describir el tándem como cual, y creo que es en ese sentido que voy a utilizarlo de ahora en adelante, hecha ya la distinción. 

 

Para mí la atención plena es la base de todo. 

 

Es nuestro capital espiritual. 

 

Cualquier empresa espiritual requiere atención. 

 

Sin este capital estamos perdidos. 

 

Seremos succionados por el mundo de la ilusión. 

 

Tengamos en cuenta que la atención plena, más que una meditación, es una cualidad basal de la consciencia que hace posible todas las meditaciones. 

 

Desde luego, hay meditaciones particulares para cultivar la atención plena –y para cultivar determinadas formas de atención plena– pero entendamos que sin la atención plena ninguna meditación es realmente posible. 

 

La atención plena es crucial para la actividad contemplativa. 

 

Es por ello que en HALO le damos mucha atención a la atención plena.

 

La idea es –lo ideal sería– que el estudiante de HALO se convirtiera en un experto en mindfulness, por así decirlo, un artista del mindfulness.

 

A menudo se utiliza la respiración como objeto de mindfulness, tanto que a veces se cree que es la única manera de generar atención plena, lo cual es falso y reductivo. 

 

No podemos reducir la atención plena a un tipo de meditación. 

 

No, el mindfulness no es un tipo de meditación: es antes bien y como ya dijimos una cualidad atencional que hace posible la meditación. 

 

Empero, uno puede cultivar esa cualidad atencional a través de señaladas meditaciones, y una de ellas es la atención a la respiración (anapanasati).

 

Resalto esto porque a veces se utiliza la palabra mindfulness para indicar la cualidad de la presencia atencional y otras para indicar un cuerpo discreto de meditaciones por medio del cual esta presencia atencional se cultiva.  

 

Lo cierto es que no hay un solo grupo de meditaciones (o peor aún, una sola meditación) que desarrolla el mindfulness. 

 

De hecho, cualquier meditación o ejercicio contemplativo requiere del mindfulness, y por lo mismo lo desarrolla. 

 

No obstante, hay algunas meditaciones más aptas para desarrollar específicamente la cualidad del mindfulness.

 

(Y ese mindfulness desarrollado lo podemos aplicar a otras meditaciones, cuyo objetivo principal no es necesariamente generar atención plena.) 

 

Todo está en hacer el mindfulness bien, claro. 

 

Está claro que uno puede estar fallando la marca. 

 

Por ejemplo, uno puede estar captando mal el objeto atencional, o haciendo el ejercicio con la intensidad incorrecta, etc.

 

Lo peor de estas tomas erróneas de la meditación es que terminan cristalizándose. 

 

Así como el guitarrista torpe adquiere un resto de malos hábitos en la práctica de su instrumento, también un meditador acumula hábitos deletéreos en su propia práctica contemplativa. 

 

Pero volvamos a nuestros objetos de mindfulness. Hay incontables objetos de mindfulness.El objeto meditacional puede ser cualquier cosa, desde una llama, una sensación, un estado interior, una compleja visualización, la vacuidad del ser...

 

Una forma simple de proceder con el mindfulness es poniendo atención a distintas franjas de la realidad. 

 

Podemos comenzar con nuestra realidad corporal y física, incluyendo los sentidos y el movimiento. 

 

Luego cultivamos una atención emocional, que conjunta sensaciones y sentimientos. 

 

Seguidamente, nos aplicamos en la atención mental, que va de los pensamientos groseros a principios más sutiles.

 

Más allá, exploramos la atención trascendental, en donde el objeto es el espacio de la consciencia como tal e incluso lo que está más allá de la consciencia, la metaconsciencia. 

 

Podemos explorar todos estos objetos de manera secuencial o simplemente abrir continuamente nuestra atención a todo aquello que surja espontáneamente en nuestra experiencia. 

 

La atención plena ha de hacerse de forma natural, despierta, abierta, intensa y desapegada.

 

Natural quiere decir sin agresión y sin remachar, gentil y orgánicamente. 

 

Despierta quiere decir que en la meditación hay pasión y genuino interés. 

 

Abierta, que es receptiva y sensible a todos los contenidos, sin discriminar. 

 

Intensa, que persigue y penetra la experiencia.  

 

Desapegada, que así como recibimos lo que surja sin rechazarlo lo dejamos ir: así como dejamos venir, soltamos. 

 

Por supuesto, una de las cosas de las cuales nos vamos a dar cuenta con la atención plena es que el contenido de la experiencia está en constante cambio.

 

La instrucción nos pide que solo nos quedemos con el contenido presente, dejando ir el contenido pasado y no anticipando el contenido futuro. 

 

Sin embargo esto hay que matizarlo. 

 

Evidentemente, el contenido presente bien puede ser una memoria, imaginación o una proyección al futuro. 

 

Todos son contenidos perfectamente legítimos (y todos ocurren en el presente, aunque participen de la dimensión del pasado y el futuro) y han de ser incluidos y observados. 

 

¿Por qué querríamos privarnos del pasado y del futuro como dimensiones operativas de la experiencia humana? 

 

El punto es no quedar atrapados en ellas, no perderse en ellas. 

 

Por otra parte, puede que en un momento los momentos empiecen a desaparecer, ¡que el tiempo mismo se desvanezca!

 

Puede que nos demos cuenta que lo que pensábamos muy solido no lo es. 

 

Puede que la persona (que también es un objeto de atención) empiece por ejemplo a perder la realidad que constantemente le imponemos.  

 

La atención plena, ojo, no está ahí para generar bienestar.

 

Y no rechaza la incomodidad, de hecho nos sensibiliza a los patrones torturados de la existencia condicionada. 

 

No quiere decir que no vamos a encontrar estados de fluidez y gozo. 

 

Pero en todo caso no resistimos el sufrimiento ni nos aferramos al placer de la meditación. 

 

Por lo tanto, esta meditación va unida a una ecuanimidad natural. 

 

Es una de las meditaciones tutelares de HALO, y una que el estudiante tendrá que hacer mucho en casa. 

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