Cuando hablo del dharma, hablo para empezar del dharma verdadero. Entiendo que hay un cierto peligro en hablar del dharma verdadero en oposición al falso. No pocos son los mercaderes que recurren a esta clase de distinción y no quiero que me mezclen con ellos.
Dicho lo anterior, es más que necesario hablar del dharma verdadero.
¿A qué nos referimos cuando hablamos de dharma verdadero? Digamos que es la espiritualidad que empieza ahí donde termina la nube rosa. Ahí donde termina la fantasía espiritual, empieza el viaje auténtico.
¿Y cómo reconocer el dharma verdadero del falso? Simple: el dharma verdadero corta. Si no corta, no es verdadero. Si esa espiritualidad tuya no te lleva a deconstruir tu propia espiritualidad, solo estás tripeando.
Un asunto muy serio
Podríamos decir que el dharma verdadero lo es en virtud de su seriedad.
En efecto, para mí eso del dharma es cosa muy seria. Y pido a mis estudiantes que lo traten con seriedad ellos–ellas también. En tal sentido, HALO es para personas que saben, siquiera a un nivel feral, que el dharma es el camino y que todos los caminos van a dar al dharma.
He repetido una y otra vez que si este asunto llamado dharma no es más que otro interés en tu repertorio de intereses, la cosa muy simplemente no va a funcionar. Lo he visto una y otra vez.
Para que el dharma sea verdadero tiene que ser puesto por encima de todo. Tal es el grado de seriedad que demanda el dharma verdadero.
Claro que hay que ocuparse de la familia y el trabajo pero el dharma tiene que ser la prioridad. O mejor puesto: la prioridad es convertir en dharma la familia y el trabajo.
Noto que muchos practicantes seglares entienden la espiritualidad como una estructura exclusiva y discreta dentro de su propia existencia, a la cual se le reserva ciertos tiempos y espacios más o menos compartimentalizados.
Un enfoque como el arriba expuesto jamás me bastaría. Como ya he escrito antes, la espiritualidad no es una mera dimensión de la vida, sino la vida toda en su totalidad.
Por tanto he procurado, en mi caso, no solo intercalar en mi agenda contextos espirituales de estudio, práctica o participación (crucial, de hecho) pero, todavía más, he procurado hacer de lo ordinario una situación radicalmente contemplativa.
La meditación por ejemplo no puede ser entendida como un retiro de lo cotidiano. Por el contrario, la cotidianidad es el espejo místico en donde reconozco continuamente mi rostro original.
¿Pero qué diablos es el dharma?
Hemos hablado ya del dharma verdadero y ni siquiera nos hemos ocupado de definir el dharma.
Puesto simple, podemos decir que el Dharma es: 1) la Realidad; 2) la Relación con la Realidad (y en particular la Recta Relación con la Realidad); y 3) el Fruto de la Relación con la Realidad. Esta definición parece nada, pero en realidad tiene un sinnúmero de matices y constituye un tema hartocomplejo y sofisticado. De hecho, dedico toda una reunión de HALO a explicar qué quiere decir esto en detalle. Si alguien quiere recibir la explicación pues que se meta al Proceso.
Así como hay un Dharma, hay un Adharma, un Antidharma, un Contradharma, algo que es lo contrario al Dharma, y por lo cual nos dejamos seducir. El problema con el adharma es que, más que un paréntesis, es una transgresión del dharma propiamente dicho, es decir del orden cósmico. Como se sabe, esta transgresión al dharma (o su ignorancia) trae karma y no del bueno. Se infiere que tanto el dharma como el karma han de ser respetados. Quien no respeta sus ambientes kármicos genera más y peores karmas. Respetar el karma es dharma en sí mismo.
Ya hemos hablado un poco del dharma verdadero, correspondería hablar del falso dharma. El pseudodharma. Un ejemplo típico es el de una institución religiosa que usa el dharma como forma de lucrar o medida de control social. O el de un individuo que usa el dharma para elevar su ego, cayendo en eso que Trungpa llamaba “materialismo espiritual”. El dharma falso por otro lado siempre está incompleto. Uno reconoce a un caballero dármico, a una dama dármica, porque hay en su ser Amor & Libertad. Ambos ingredientes son necesarios. Si solo hay Conexión, mas no Trascendencia, si no hemos reconocido nuestra naturaleza incondicionada y auténtica, entonces algo salió mal en el camino: no hay dharma si no hay Tao. Por otro lado si solo hay Trascendencia, y no Conexión, tenemos, Houston, un problema. Se corre el peligro de usar el dharma como una manera de no estar en el mundo.Cosa que nos pasa a más o menos todos en algún momento. El Dharma Verdadero es el Dharma de la Iluminación que une la Vía de la Atención y la Vía de la Intención.
Ya dije que hay un cierto peligro en hablar del dharma verdadero en oposición al falso.Sirva aclarar que desde el punto de vista del dharma último todo es dharma. Desde el punto de vista del dharma total todos esos falsos dharmas son dharmas también. Y eso es porque el dharma último está más allá de las polaridades. El dharma último está más allá del bien y el mal. Por eso dice Lao Tse: “Cuando todos reconocen algo como bueno, surge lo malo”.Otra forma de ponerlo es que el Dharma último es: 1) bueno pero no en oposición a lo malo; 2) verdadero pero no en oposición a lo falso; 3) bello pero no en oposición a lo feo.
El dharma como refugio
El dharma es refugio. Si vas a jugar en las alturas necesitas una red de seguridad. Esa red se llama: dharma. Si hay algo confiable en donde apoyarse es el dharma: roca. De hecho entiendo que la etimología de la palabra dharma tiene que ver son ese concepto de algo firme que nos sostiene.
La función operativa básica del dharma es evitar la oscuridad y atraer la luz. Para empezar, el dharma es preventivo. Evita que venga la oscuridad. De hecho, la calamidad y los obstáculos vienen cuando nuestro entorno se vuelve subdármico. Ocurre con frecuencia que alguien se enferma cuando hay muy poco dharma en su vida. A veces, es cierto, también cuando hay mucho dharma. Pero en este caso es positivo, porque se están acelerando las purificaciones, las decantaciones, las evoluciones. Si la oscuridad ya ha asomado su hociquito pernicioso, entonces el dharma nos ayuda, y cuánto nos ayuda, a despejarlo.Como digo siempre, el hachazo del dharma espanta todas las oscuridades. No solo eso: atrae la luz: crea las condiciones para que surja la iluminación.
No demos por descontado el dharma
A veces damos por descontado el dharma, porque lo tenemos cerca, a un podcast de distancia. No entendemos que hay regiones y épocas bárbaras en donde el dharma no existe o existe de un modo muy atenuado o decadente. Nada impide que perdamos la conexión kármica con el dharma y por tanto que nuestra vida se vuelva algo en suma inférnico.
De ahí la importancia de refugiarnos en el dharma y de hacerlo sin reservas. No importa la situación: el dharma debe continuar.La noción es la de marinarse en el dharma, la de dejarse penetrar por sus jugos radiantes, a lo largo de nuestra entera existencia.
Lo bueno es que en la medida en que busquemos al dharma, el dharma nos buscará a nosotros.
Si hablo del dharma como si fuese algo vivo es porque lo es. En un sentido radical, podemos decir que es una suerte de entidad o propiedad sintiente, una inteligencia. Y además una inteligencia que no podemos domesticar o fijar.
Las religiones siempre quieren fijar el dharma, ponerle unos grandes clavos a sus alas de mariposa crística. Ese dharma fijo o contenido en realidad no es dharma. El dharma verdadero respira y está en movimiento. Como dice el maestro budista Ken McLeod: “El Dharma no es un cuerpo estático de enseñanza. Está constantemente evolucionando y desarrollándose de acuerdo a las necesidades de los estudiantes de cada generación y cultura”.
El sendero
En el budismo se dice que el Buda es la meta, el sendero es el dharma, y la sangha los colegas que nos acompañan en dicho sendero.
Esta idea del dharma como sendero me interesa explorarla.
Algunos advaitins radicales dicen, les gusta decir, que no hay camino, que el camino es ilusión. Tal es el no camino de quienes consideran que todo camino es, no solo ilusorio e inútil, sino contraproductivo. O en las palabras clásicas de Krishnamurti: la verdad es una tierra sin caminos.
Yo respeto la opinión de estos alumbrados y desde un punto de vista tienen la más completa razón. Por otro lado, puede que el camino sea ilusorio, pero eso no lo hace menos necesario. Allí está la historia de aquel cuate que da una gran vuelta solo para terminar en el exacto lugar donde presumiblemente había empezado (lo es pero no lo es, lo es pero es otra cosa). La moraleja de la historia no es que se pudo ahorrar todo el trayecto, el muy mula; la moraleja es que el trayecto era, por redundante, necesario. Inclusive podría agregarse que quien se queda quieto no solo no avanza, retrocede. Lo cual de ninguna manera implica quedar atrapado o encarcelado en el sendero, o en el vehículo. Terminado el rafting, y fuera del río, no nos ponemos la balsa sobre los hombros, como si fuera un extraño accoutrement de la iluminación.
El punto es que para llegar a la llamada otra orilla hace falta cubrir una distancia, hace falta recorrer un camino, y puede que sea largo y puede que sea arduo. Aunque también puede traer mucho deleite. Arduo o bonito, es importante. Incluso podríamos decir que es nuestro mejor amigo, nuestro aliado y como ya dijimos nuestro refugio. Digamos que es importante tomar refugio en el camino, porque sin camino no hay fruto espiritual.
Con camino, en cambio, hay un fruto definitivo. Por tanto, si tu camino no te lleva más allá de tu camino tu camino no sirve para nada. Aunque por otro lado puede que nos demos cuenta que el fin del camino es el camino mismo, que el objetivo es el camino propiamente, que el camino es el mismo punto de llegada. Esto es distinto a decir que es un camino sin fin –aunque de hecho lo es. En cierto modo, el camino siempre transcurre: no importa para donde agarrés. Pasa que al principio hay un camino y un caminante, y luego el camino en efecto continúa, pero ya sin caminante, entonces es como si no hubiera camino –aunque de hecho lo hay.
¿Cuál es el mejor dharma?
Queda la pregunta: ¿cuál es el mejor dharma?, ¿cuál es el mejor camino?
Los dogmáticos dicen que hay un camino único y por ende siempre quieren imponerlo en los demás, es lo propio de cierto nivel de desarrollo cultural.
Pasado ese nivel, sin embargo, hay que volverse pragmáticos, y seguir el dictum de William James: verdad es lo que funciona.
El Popol Vuh dice que cuando tengas que elegir entre dos caminos, pregúntate cuál de ellos tiene corazón. Quién elige el camino del corazón no se equivoca nunca.
Carlos Castaneda, apropiándose de esta idea, añade: “Todas las sendas son iguales; no conducen a ninguna parte […]. ¿Tiene corazón este sendero? Si lo tiene, el sendero será bueno. Si no, no sirve […]. Ambos senderos conducen a ninguna parte, pero uno tiene corazón y el otro no. Uno significará un viaje alegre; mientras lo recorras, serás parte de él. El otro puede arruinar tu vida. Uno te hará fuerte; el otro te debilitará”.
Se podría decir también que el camino con corazón lo es porque es el tuyo. Cada uno tiene una naturaleza y una personalidad interior, que demanda un camino propio. La idea de que exista una religión que pueda cubrir las necesidades de todo el mundo es absurda y peligrosa. Existen, sí, principios universales, perennes, principios como el amor, que por demás el buscador espiritual debe tener muy claros. Ahora bien, eso no debe llevarnos a negar la importancia de las formas en que esos principios puedan expresarse concretamente, en términos de soteriología, comunidad y medios iluminativos.
Ayudar al buscador a encontrar su propia configuración espiritual es uno de los propósitos de HALO. Ayudarle a encontrar las fragancias que mejor se ajusten a su personalidad, lo cual a veces, aunque no siempre, implica desencontrarse con las formas religiosas gregarias y heredadas, y otras veces implica rendirse a ellas. Como se ve, no es un trabajo particularmente evidente.
Sea como sea, si nuestro destino se llama iluminación, entonces vale recordar las palabras de Thaddeus Golas: “Existen muchos caminos hacia la iluminación. Algunos de los que se han expandido hasta la iluminación han predicado después la certidumbre dogmática de un camino determinado. Pero a la iluminación no le importa cómo llegues allí.”
Más sobrio, Nisargadatta dice: “Todo lo que hagas por llegar a la verdad te llevará a la verdad”.
Así pues, puede que todos los caminos sirvan, sin excepción. Ciertamente es el enfoque mío, que es pluridármico e integrador. De hecho, para mí el mejor camino es el que mejor puede acomodar armoniosamente todos los caminos (incluidos los prohibidos, los oscuros y los de la mano izquierda). En ese sentido soy integralista.
En otro sentido, soy caoísta, lo cual significa cambiar de patrones o caminos libremente, en la realidad hiperfluida. Si en un momento dado el enfoque integrador mismo no me está funcionando, renuncio a él, no problemo.
Al enfoque del camino con corazón se puede agregar un enfoque distinto: el que dice que cualquier camino es bueno. Especialmente si nos da igual el destino. “Entonces no importa qué camino sigas”, le dice el Gato a Alicia.
Es el dharma abierto, arreferencial o indeterminado. O lo que A. H. Almaas llama “la visión de la totalidad”.
https://hletramuda.blogspot.com/2020/11/erupcion.html algo relacionado!
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