Así como precisa debatir las expresiones insanas de la espiritualidad, es de defenderse de las lógicas que pretenden abolirla.
Hay personas por ejemplo que quieren obliterar la religión de la faz de la tierra. Para mí eso es tan cretino como que dijeran que hay que borrar el arte o la ciencia del planeta.
Respetar a los no creyentes es un imperativo –tienen una posición muy respetable– pero lo es también ponerle un alto a esos bulis que te quieren embuchar agresivamente su escepticismo clausurado.
Ese escepticismo clausurado es casi tan deletéro como aquella fe clausurada.
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