La instrucción, en el caso de la atención total, es la siguiente: captar, de instante a instante, la totalidad de tu experiencia presente en todos sus niveles de profundidad.
Aquí hay dos elementos: la plenitud de la experiencia; y por el otro su profundidad.
Empecemos por la plenitud. En términos de la meditación, nos movemos natural y dinámicamente de unidad experiencial en unidad experiencial. Cada una de estas unidades o esferas experienciales incluye de manera indivisa el mayor rango de experiencia posible, en cada instante dado.
Luego tenemos la profundidad. La profundidad, o insight, nos permite penetrar en cada esfera experiencial hasta sus niveles ulteriores y trascendentales.
Al unir la plenitud y la profundidad de esta manera, honramos los dos principios del amor incluyente y el conocimiento liberador, lo cual nos da una auténtica práctica iluminada.
Por supuesto, es posible que antes de poder conjuntar plenitud y profundidad, tengamos que insistir en cada uno de estos aspectos por separado.
Agreguemos que el mindfulness en este contexto ya no solo nos sirve para poder estar presente concentradamente y de manera estable en la realidad (shamatha, en lenguaje budista) sirve además para poder afianzar nuestra investigación o penetración en la misma (vipashyana).
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