Todas las personas en su etapa de madurez espiritual –o realización– van a transmitir el dharma de una forma u otra.
Una vez se ha llegado a la realización, transmitir es especialmente inescapable.
No hay opción sino transmitir porque transmitir es parte del telos o propósito de la iluminación.
No es que todos vayan a volverse maestros formales, cosa que por lo demás no seríasiempre recomendable.
Pero algunos de estos realizados sí que van a enseñar, es decir van a adoptar la enseñanza espiritual como transmisión específica.
Algunos nos ponemos a enseñar antes de la realización, lo cual es ya abusar.
Para mí un criterio es: que enseñen quienes no pueden no hacerlo, y los que están dispuestos a pagar las consecuencias.
Y consecuencias hay.
Muy pesadas por cierto.
Quizá alguna vez escriba un artículo al respecto.
Yo, que soy un pobre gato, me puse a enseñar, a través de HALO, las dos cositas que he aprendido en el camino.
Mi único orgullo –o soberbia– es que eso que enseño lo encarno.
Es decir que yo vivo de acuerdo al dharma de HALO.
En mi opinión, el maestro tiene que enseñar el dharma que vive.
Pido piedad por ser un pésimo maestro, un maestro repugnante, un chirajo de maestro.
Por otro lado, si bien es cierto que el maestro no es ningún Marpa, también es cierto que el estudiante no es ningún Milarepa.
Así como hay maestros mínimos, potentes o ultrapesados, hay estudiantes mediocres, mejores o excepcionales.
¿Cómo podemos mejorar, sería la interrogante?
Una cosa que he podido notar es los buenos maestros son buenos alumnos.
No hay forma de ser buenos maestros si no somos buenos alumnos.
Inversamente, para ser buenos alumnos tenemos que ser buenos maestros.
Dicho de otro modo, enseñar es lo que nos convierte en buenos alumnos, y de paso en buenos maestros.
Enseñando se aprende a aprender y se aprende a enseñar enseñando.
Para empezar uno aprende a aprender enseñando: eso quiere decir que si realmente querés aprender algo, tenés que aprender a explicarlo.
Se dice que hay que escuchar, reflexionar y meditar el dharma.
Yo agregaría que hay que enseñarlo, y en general transmitirlo.
Eso porque transmitir el dharma te va a permitir comprenderlo, absorberlo e integrarlo mejor.
Otra cosa es que se aprende a enseñar enseñando.
No solo aprendes el dharma al explicarlo: aprendes a enseñarlo también.
Porque la cosa no es solo aprender, sino además aprender a enseñar lo que has aprendido.
Cerremos diciendo que en un principio nuestras transmisiones y enseñanzas no van a ser estelares, pero algo es siempre algo.
Irán mejorando con el tiempo.
A lo mejor en algún momento o en alguna vida seremos capaces de dar transmisiones como las que dan esos grandes gurús y esos intensos siddhas, transmisiones que dan miedo, que son como incendios que lo queman todo.
Seres que solo con verte te confieren el poder de verte a ti mismo en toda tu profundidad.
Eso es precisamente lo que estamos buscando: convertirnos en impecables vehículos del dharma, para que otros puedan así comprenderle, absorberlo e integrarlo mejor.
Así sea.
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