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Los límites del mandala


La expansión tiene esta connotación de algo que crece excéntricamente. Como si algo, un espacio, se estuviera dilatando. El espacio es el mandala. 

 

Todo mandala tiene un centro y un borde. 

 

Cuando el mandala se expande, sus bordes se estiran o amplían. 

 

Son límites flexibles y dinámicos, expansivos justamente. 

 

La expansión es un abrirse. 

 

Si hay alguna clase de implosión o retracción por parte del mandala, es solo para poder expandirse mejor, agarrar aviada como quien dice.  

 

Ese tipo de expansión no es posible con límites duros o sellados.  

 

Ojo, no es que los límites desaparezcan.

 

No es que el mandala pierda sus fronteras, que contienen e informan el mandala, y aseguran la coherencia del contenedor. 

 

Claramente no estamos hablando de abolir los límites.

 

No estamos hablando de un espacio abierto, a estas alturas. 

 

Eso nos dejaría en una situación muy vulnerable.

 

Es importante que el mandala siga teniendo límites, y que esos límites sean respetados desde adentro y desde fuera. 

 

De otra manera la unidad egoica o sistémica termina comprometida. 

 

Mientras que no haya liberación de lo particular, los límites son recomendables. 

 

Y aún después de la liberación, los límites son recomendables. 

 

Lo que sí queremos es dejar abiertos ciertos espacios, para que cosas puedan entrar y salir. 

 

En los mandalas indotibetanos, los mandalas generalmente tiene cuatro aperturas en las cuatro direcciones.

 

Y en esas cuatro aperturas hay protectores­–cancerberos que regulan lo que entra. 

 

Para entrar al cuarto de la deidad, el agente entrante tiene que tener cierto nivel de pureza. 

 

Para accesar el darma, hay un trance iniciático que ha de darse. 

 

Y más allá de los límites naturales del mandala inmediato hay círculos de protección alrededor. 

 

No es pues que el mandala esté completamente indefendido, pues, pero está disponible. 

 

El reto es proteger el mandala sin sellarlo. 

 

Es lo mismo con el sistema inmune. 

 

Queremos protegerlo, pero no aislarlo de agentes infecciosos, o no podrá defenderse a sí mismo. 

 

No queremos cerrarnos a la creatividad y fortaleza que se originan cuando tenemos transacciones con el otro, incluso con el otro agresivo o sucio. 

 

La diferencia es buena y la suciedad nos fortalece. 

       

Sobre todo, queremos que el mandala tenga contacto con otros mandalas, que el mandala sinergize e interfluya con otros mandalas.

 

El punto de todo esto es crear un reinado armonioso de mandalas.

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