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Los protectores


En las tradiciones se postula la existencia de aliados espirituales, entidades singulares que vienen a asistirnos de una manera u otra. Tales aliados nos dan instrucción, apoyo o recursos. 

 

En términos generales, los aliados mejoran nuestras condiciones evolucionarias o bien remueven obstáculos a nuestra iluminación.  

 

Los protectores son aliados específicos, que representan no tanto el amor o inteligencia de la realidad, sino su energía. Por tanto siempre presentan una conexión con alguna clase de poder (e. g. la espada del Arcángel Miguel).

 

Los protectores nos protegen de un resto de cosas, pero fundamentalmente y en el mejor sentido nos protegen de la oscuridad del ego, a quien consuetudinariamente le cortan la cabeza. A la vez, los protectores son energías densas o voluptuosas que guardan el dharma. Comprendamos: no es que estén a nuestro servicio, están al servicio del proceso espiritual. No son nuestros guardaespaldas y secretarias celestes. Más bien, están allí para velar que el dharma se realice en nosotros, en los demás y en el cosmos. Y si nosotros estamos en el camino –y siempre lo estamos– nos aventarán de un manotazo a no sé qué confines.  

 

En términos generales, los protectores representan un cierto tipo de actividad iluminada. En el budismo tibetano se habla de distintas actividades iluminadas: pacificar, enriquecer, magnetizar y destruir. Cuando hablamos de destruir aquí estamos hablando de una actividad feroz. Desde luego, podría decirse que hay protectores que pacifican, protectores que enriquecen, protectores que magnetizan, pero los protectores hay que asociarlos sobre todo a una suerte de ira iluminada. El gurú da las bendiciones, la deidad rinde las posibilidades, mientras el protector barre los problemas. 

 

Va quedando claro que los protectores son entes como muy cortantes. Mis hermosos crueles protectores, les llamo a veces. La experiencia de los protectores no es exactamente agradable. Los protectores traerán dolor y locura a tu mundo. Son corrientes desintegradoras, shivaicas, que vienen a hacer un festín con tu propia muerte. Dicho eso, ninguna sensación puede compararse a la de tener puesto un manto de protectores encima. 

 

Uno detecta la actividad de los protectores por la escenografía, la atmósfera y ciertos fenómenos y apariciones. Por ejemplo, yo le pongo mucha atención a ciertos animales, como las arañas, los alacranes o los pájaros negros (con todos estos animales he tenido experiencias muy extrañas, por decir lo menos). Escuché una vez a un lama decir que allí donde hay pájaros negros hay actividad de protectores. No quiere decir que cada vez que hay un zanate en la calle, hay un protector, vamos. 

 

A los protectores se les representa a menudo como monstruos terribles. Sangre, cráneos, colmillos. La imaginería de los protectores puede ser realmente demónica (pienso en la diosa hindú Kali o en el protector budista Mahakala). A veces es difícil comprender cómo algo tan horrible puede ser algo tan divino. Es la misma lógica de la gárgola: esa criatura grotesca que cuida los templos más sagrados. 

 

Esto tiene dos sentidos. El primero es que la divinidad se expresa con estos rostros o aspectos poderosos e iracundos para ahuyentar el mal, para ahuyentar el ego. En un segundo sentido se da el caso que los protectores eran monstruos originalmente, monstruos que luego fueron convertidos a la iluminación. ¿Cómo se distinguen de los monstruos convencionales? Porque tienen un ojo de sabiduría en la frente. Son pura oscuridad iluminada. 

 

Es importante distinguir entre los altos protectores (el primero de ellos sería, supongo, Dios–Atman), los protectores malignos, y los protectores mixtos. 

 

Por supuesto, son categorías inestables. Lo que a alguien le puede parecer un protector diabólico, a otro le puede parecer un protector mucho más afable. Por ejemplo a ciertas personas la Santa Muerte se les presenta como el mal encarnado y a otras pues no tanto. Hay que añadir que no es lo mismo la Santa Muerte en manos de un cartel o una mara que de un inmigrante de Los Angeles o un vendedor de Tepito.   

 

Por otro lado también hay protectores menores y mayores. Yo diría por ejemplo que los protectores locales Maximón o Pascual Abaj son protectores bastante menores. ¿Es una postura no decolonizada? Puede ser y no lo creo. Por otro lado, no estoy tratando de demeritarlos. Los respeto mucho y me caen bien. Especialmente Maximón, y justamente por ser menor, y por ser un poco mixto y un poco trickster, sin ser tenebroso. 

 

¿Existen realmente los protectores? Algunos lo consideran resabios de una cultura premoderna, y los toman más bien como mitos funcionales o metáforas psicológicas. En efecto, los protectores puede ser vistos como aspectos sombríos de nuestra mente, que han de ser integrados. Cuando la pulsiones negras del inconsciente son reconocidas y honradas, se vuelven increíbles aliados, sin perder por ello sus poderes y talentos oscuros. Otros consideran que los protectores existen como entidades absolutamente reales, en su esencia y forma. Y luego están quienes creen que las energías son innegables, pero añaden que el condicionamiento les pone trajes culturalmente determinados, de ángeles o extraterrestres o de lo que sea. 

 

A los protectores se les invoca por medio de rituales más o menos o complejos, que pueden implicar ofrendas, sellos mágicos, etcétera. Explicar todo eso demandaría algo más que un texto superficial como el presente. Hay incontables protocolos, grimorios y sadhanas que vienen desde siglos atrás para establecer vínculos con estas damas y caballeros. 

 

Sea como sea, cuando nos refugiamos en estas energías deberíamos entender qué diablos estamos haciendo. Si llamas a los protectores luego no te asustes cuando aparezcan. Y media vez se presenten lo que ocurra está fuera de tu control. En efecto, los protectores son incontrolables. Surgen en sus propios términos, no en los tuyos. Su fuerza es como la de unRottweiler masivo y encabronado mordiendo un delicado niñito, que ahora está bañado en sangre. Es poder crudo, quiero decir. Por demás no tiene sentido huir: los Protectores sabrán donde encontrarte. 

 

Yo recomiendo no meterse a estas prácticas si uno no tiene el nivel para ello. Se requiere ser un mago o yogui muy avanzado para trabajar con los protectores. Nuevamente: nunca invoques a los protectores si no sabes qué estás haciendo. Y tampoco invoques a los protectores por puras estupideces, dado que los protectores no son estúpidos. De igual manera no te metas con los protectores de alguien más. La diplomacia es una estupenda idea. Más allá, piensa dos veces antes de trabajar con protectores mundanos. 

 

Luego, hay que tener en cuenta que muchos protectores están asociados a  samayas, cultos o compromisos. Si uno falla en cumplir con estos contratos, empiezan a surgir un montón de problemas. Los protectores son una herramienta increíble y velocísima, pero la consigna sigue siendo: handle with care. 

 

Por último, nunca olvides que al final el mejor protector es el amor. El amor, que también podemos llamar vacío. 

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