¿Qué es esta sopa en la cual estamos sumergidos? ¿Qué es, a todo esto, la realidad?
A lo mejor deberíamos tomarnos un momento para inspeccionar la cuestión, para inspeccionar, pues, la realidad. Pronto nos daremos cuenta que la realidad, siendo algo a la vez superevidente, es supermisterioso.
Otra cosa que podemos decir de la realidad es que no es algo muerto. Está viva. La realidad es un misterio vivo. ¿Pero en qué sentido está viva, esta realidad? Suspendamos por un segundo todos nuestros criterios, e imaginemos por un segundo que la realidad está consciente de nosotros, y está consciente de que estamos conscientes de ella. Solo con este pequeño ejercicio nos damos cuenta que vivir en una realidad así, en una realidad consciente, es muy distinto a vivir en una realidad muerta, una realidad ausente. Para empezar, podemos hablarle a una realidad consciente, y a la vez escuchar y recibir de ella sus constantes mensajes.
Pero he venido hablando de la realidad como si se tratase de algo que ocurre fuera de nosotros. ¿Es que nosotros no somos la realidad, es que nosotros no somos reales? Lo cierto es que la realidad, siendo algo objetivo que ocurre en tercera persona, y también algo relacional que ocurre en segunda persona, es lo mismo algo subjetivo que ocurre en primera persona. La realidad somos nosotros.
Como realidad sintiente, ¿qué estoy percibiendo, qué estoy sensoreando? Percibamos desde esta realidad que somos. Percibamos todas las formas. Percibamos el inmenso ser.
Percibamos la realidad como la realidad porque la realidad es lo que somos.
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