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La salud en simple


La primerísima forma de dignidad es la salud.

En efecto, la salud es la forma más basal y concreta de amor propio que nos podemos dar a nosotros mismos. 

        

Como yo lo veo, la salud es el resultado directo de estar alineados con la realidad. 

 

Por supuesto, aún las personas más alineadas se enferman, porque la enfermedad es lo natural y incircunvalable. 

 

Todo eso compuesto a descomponerse va: no hay otra ley. 

 

De hecho, siempre estamos un poco enfermos, incluso cuando estamos saludables. 

 

No existe la salud total, en el plano de lo relativo. 

 

La salud es siempre parcial y es limitada.  

       

Por demás, nadie es susceptible de no enfermarse. 

 

Ni siquiera los grandes realizados han podido evitar la realidad de la enfermedad, y escapar de ser personas enfermas. 

 

Al hablar de la enfermedad, hablo de la enfermedad del cuerpo físico, pero también de la enfermedad del cuerpo pránico, del cuerpo emocional, del cuerpo mental e incluso del cuerpo radiante.  

 

En cualquiera de estos cuerpos la enfermedad puede nacer y manifestarse. 

        

Lo que requiere es un diagnóstico correcto, sobre el cual pueda diseñarse un tratamiento adecuado, que habrá que seguir debidamente,      y esos nos dará la cura apropiada. 

 

Añádase que lo que caracteriza la sanación efectiva es que aborda el problema de raíz. 

 

No trata solo los síntomas, sino las causas primeras.

 

Luego sanar requiere querer sanar, saber sanar y poder sanar. 

       

Poder sanar está asociado a una capacidad de sanar, que involucra muchos factores. A veces nuestro poder personal no será suficiente para sanar, y necesitaremos de un poder ajeno o superior. 

 

La salud se da a través de un proceso definitivo de sanación. 

 

La sanación es tanto el proceso por medio del cual reestablecemos la salud tanto como el fruto de este trabajo. 

 

Incluye purificación, regeneración y fortalecimiento o empoderamiento. 

 

Todo este proceso de sanación exigirá a menudo un cierto período de convalecencia –un retiro para sanar, si se quiere, que es realmente un estado intermedio entre la enfermedad y la salud. 

 

A veces sanamos rápidamente; a veces el proceso de sanación tiene una duración mediana; y otras veces sanar tarda; y otras veces la sanación es para toda la vida. 

 

Tal es el caso de la recuperación de la adicción o de alguna otra enfermedad vitalicia. 

 

No todos los procesos de sanación son así de sempiternos, claramente, pero igual pueden ser muy largos, por ejemplo con eso de las enfermedades crónicas.  

 

Hay otros procesos que tiene una duración mediana. 

 

Y es cierto que hay algunos muy cortos. 

 

Luego, hay sanaciones instantáneas. 

 

Aquí entramos en el terreno de la remisión espontánea y los milagros.

 

Es cuando el ciego mira, o cuando el desahuciado, inexplicablemente, pervive.  

 

La flecha básica de la sanación es asegurar la supervivencia. 

 

Claramente, no todo el que emprende un proceso de sanación sobrevive, sea porque la sanación no fue suficiente o bien porque muchas veces, y como digo a menudo, el milagro de sanar no es sanar sino morir. 

 

Otras veces, sin embargo, no morimos, y recuperamos la salud, que se manifiesta como vida, vitalidad, carga y energía. 

 

Y se manifiesta como bienestar. 

 

Bienestar que lamentablemente a menudo damos por descontado. No deberíamos jamás dar por descontado el confort que da la salud. 

 

Y es que la salud no es la mera ausencia de un trastorno, sino es la presencia de una plenitud. La salud real da plenitud. 

       

La salud no fría ni es mecánica. La salud es bondadosa, sabia y protectora. 

 

Más que nada es armoniosa. La salud es armonía. De hecho la salud es el producto de una armonía o coherencia primordial. Hay una coherencia subyacente, implicada, que impulsa todo lo que está en la forma a la homeostasis, al equilibrio. 

 

Esencialmente, la salud es equilibrio, es proporción, es mesura, es balance. 

 

Se podría decir que la función de la salud es generar funcionalidad.

 

Esa funcionalidad se vive en cada chakra o nivel de realidad, pero también podemos hablar de una interfuncionalidad de todos los niveles de realidad. 

 

Es lo que hace unas décadas se llamaba salud holística. 

        

Otra cosa es que la salud puede vivirse como prevención, como curación y como mantenimiento. Dicho de otro modo, hay una medicina preventiva, una medicina curativa, y una medicina conservativa, por así decirlo. Lo ideal es combinar todas las modalidades. 

       

Otra forma de caracterizar la medicina es de acuerdo a su grado de evolución, y de acuerdo a ese criterio, podríamos hablar de una medicina premoderna, una medicina moderna, una medicina posmoderna, y una medicina transmoderna. 

        

¿Para qué sanar, podría preguntarse alguien a estas alturas? La salud sirve para un resto de cosas, desde luego. Pero aquí es importante decir que la salud sirve para sanar. 

 

No es que todos nos vamos a convertir en médicos, obvio. Hay muchas maneras de sanar. Generar sanidad no es responsabilidad exclusiva de los doctores, sino de exactamente todos.

 

En la propia forma de verlo, el sanador más poderoso es el que ha pasado él mismo por la enfermedad. 

 

Así pues, el enfermo pasa a ser el sanador. 

 

Es el llamado sanador herido. 

 

Si el sanador enfermo es tan efectivo es porque comprende la enfermedad y ha tenido que relacionarse con ella de un modo consciente.     

 

Esta relación se da través de ciertas fases: la desconfianza de la enfermedad; la apertura a la enfermedad; la aceptación de la enfermedad; la valoración de la enfermedad; y en la quinta fase nos hacemos uno con la enfermedad. 

 

Es prácticamente un proceso místico. 

 

¿Quiere decir todo esto que ya no vamos a intentar sanar cuando venga la enfermedad? Por supuesto que vamos a intentar erradicar la enfermedad, si es necesario. Pero desde un espacio ya sagrado.  

 

Hay tres actitudes sombra en las cuales caemos en torno a la enfermedad: la resistencia o rechazo de a enfermedad; la negación de la misma; y el deseo patológico de enfermarnos.Parece difícil de comprender, pero muchas veces la enfermedad de las personas consiste en que buscan ya sea conscientemente o inconscientemente la enfermedad.

        

Hay una enfermedad enferma, una enfermedad medicinal y una enfermedad saludable. 

 

De igual manera hay un enfermo tonto, un enfermo inteligente y un enfermo sabio. 

 

El enfermo sabio es quien vive la enfermedad conscientemente. 

 

En su caso la enfermedad es una iniciación, que le rinde poder, amor y claridad.

 

La enfermedad saludable es cuando entendemos que la enfermedad tiene un sentido divino. 

 

Entonces recibimos la enfermedad como una gracia y bendición, y nos servimos de la disfuncionalidad para llegar a mayores grados de funcionalidad. 

 

Aquí estoy hablando tanto de la funcionalidad personal y de la funcionalidad colectiva. 

 

La sanación solitaria es crucial. 

 

Pero no vamos a poder sanar del todo como individuos en un colectivo enfermo, eso está claro.

 

Así como no hay sanación colectiva sin sanación individual no hay sanación individual sin sanación colectiva. 

 

Por tanto: sanemos el colectivo y sanemos colectivamente.

 

Así como ningún individuo puede sanar en un colectivo enfermo nadie puede sanar en un ambiente enfermo, tóxico. 

 

El sistema todo tiene que estar sano. 

 

Y particularmente el sistema de salud, que a menudo es tributario de la enfermedad, se basa en ella, y en torno a ella se organiza. 

 

Incluso depende de ella, y a resultas de ello no solo no resuelve la enfermedad, sino más bien la perpetúa. 

 

Y es así como terminamos con un sistema de salud enfermo. 

 

Lo que queremos es un sistema de salud sano, que otorgue una salud accesible e incluso gratuita a la mayor cantidad de gente posible. 

 

Queremos una comunidad médica sana. 

 

Queremos atmósferas hospitalarias, clínicas y terapéuticas sanas. 

 

Queremos enfermos sanos, si se permite la contradicción.  

 

Sobre todo, queremos una medicina sana, integral.

 

Yo sueño con que todo el universo sea como el ámbito del Buda de la Medicina, en donde todos los seres vivan en salud y armonía. 

 

Por supuesto, hay una armonía relativa y luego está la última armonía, la última salud, la salud suprema, la salud de lo incondicionado, que jamás puede enfermar, porque está más allá de la forma y lo compuesto.  

 

El despierto, el Buda, está más allá de la dualidad de la enfermedad y la salud. 

 

Al trascender esta dualidad, alcanza la auténtica salud, la salud que está más allá de la salud y la enfermedad. 

 

Aquí y así termina este tema de la salud, que ya se ha dicho es la forma más basal de amor propio.

 

 

 

Otros textos vinculados a la salud:

 

+«SANAR CUESTA»:

http://buscandoasyd.blogspot.com/2017/10/sanar-cuesta.html

 

+«EL JARDÍN AZUL»:

http://buscandoasyd.blogspot.com/2017/04/el-jardin-azul.html

 

+«SANGYE MENLA»:

https://acoalo.blogspot.com/2018/01/sangye-menla.html

 

+«UN CUERPO ES LO SAGRADO»:

https://acoalo.blogspot.com/2019/02/un-cuerpo-es-lo-sagrado.html

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