Podemos hablar de la iluminación de base, de proceso y de resultado.
Aquí abordaremos específicamente la iluminación de resultado.
Podemos entender la iluminación de resultado como la consecuencia del proceso de la iluminación.
La iluminación de resultado es como si algo madurara y llegara a su buen término.
Hay una gestalt que se cierra.
En algunas interpretaciones, esta maduración es definitiva, una vez alcanzada: ya no hay nada que agregar.
Ya llegaste.
Es el fin de la gradualidad.
En otras interpretaciones, más cercanas a la mía, esta maduración sigue siendo en un modo definitiva, pero emana ciertas expresiones posteriores, aunque subsidiarias de esa maduración.
Dicho de otra manera, puede que la iluminación continúe desarrollándose o ampliándose luego, pero no obstante hay el reconocimiento de una realización o consagración indeleble.
Hay gradualidad, pero es la gradualidad propia del resultado y no del proceso o la
potencialidad.
Como yo lo veo, queda siempre la opción de integrar, profundizar y sutilizar la Iluminación.
Pero el desarrollo no es aquí la búsqueda de la Iluminación sino su mera expresión e incluso ornamento.
En general, tiendo a ver la iluminación como un proceso abierto, continuo, compuesto acaso de innumerables grados de iluminación e incluso de innumerables iluminaciones.
Si estas son secuenciales o no, si se interrelacionan y de qué manera, valdría bien la pena analizarlo.
Todo para decir que la iluminación de resultado no quiere decir que la iluminación ya esté finiquitada o concluida, y que podemos retirarnos del oficio de la iluminación.
Esto no es un descanso en el sentido de dejar de trabajar, sino descanso en el sentido de que descansamos más bien en el trabajo, nos relajamos en el esfuerzo y en el devenir y en la profundización de la iluminación.
Por decirlo así: alcanzamos la madurez de la iluminación, pero la madurez de la iluminación sigue madurando indefinidamente.
El resultado continúa expandiéndose y expresándose de infinitas maneras, sin llegar jamás a su máxima expresión.
O su máxima expresión es una apertura sin fin.
La madurez no es un final sino una irradiación infinita.
La iluminación ya no es algo que se alcanza, puesto que ya fue alcanzada, sino es algo más bien que se derrama continuamente, hacia toda clase de posibilidades.
El resultado pasa a ser la nueva base de la iluminación, por así decirlo, la nueva condición de la iluminación.
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