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Amar al maestro



No hay cosa mejor que encontrarse con un Maestro. 

       

Es como encontrarse con un buen hermano. 

 

Siendo nuestro hermano, es como nosotros. 

 

Defeca, suspira, se confunde.  

 

Es un neurótico, un enfermo, un ser falible, todo eso. 

 

Pero todo eso no es un defecto: es ventaja. 

       

Porque siendo defectuoso, es también Maestro. 

 

Y siendo Maestro, es como nosotros. 

 

Lo cual quiere decir que nosotros también podemos ser Maestros. 

 

El Maestro no es una deidad translúcida. 

 

Es carne y cáncer. 

 

No es un intocable, un alien.

 

Es alguien con quien nos podemos identificar, y hasta tomarnos un mezcal, si no es alcohólico en recuperación.   

 

Es próximo, en ese sentido, y próximo en el sentido de que está dispuesto a acercarse a nosotros.

 

El Maestro intima. 

 

Nos tiene cariño y afecto genuinos. 

 

Por otro lado, el Maestro nos ofrece algo más que afecto: nos ofrece una conexión con el Espíritu. 

 

El Maestro es más que un amigo fraterno: es, después de todo, el Maestro.                 


Un campo de refugio muy especial, siendo el Maestro quien faculta en nosotros esa fascinación profunda por el amor, la sabiduría, la iluminación. 

 

Cosa que hace de tres maneras: por su propio estado liberado, de naturaleza transfigurante; inspirando al alumno con la atmósfera devota que él mismo profesa hacia la verdad; por medio de su capacidad clarificadora. 

 

La virtud total del Maestro es que siendo una persona es más que una persona. 

              

Si es un Maestro realizado, además de ser una persona, es el Ser Mismo. 

 

Sería un error, al adorar al Maestro adorar, a la mera persona, que solo es eso: una persona. 

       

Lo que precisa ser adorado es al Sat Guru, el Maestro que está más allá del Maestro, y que sobre todo está en nosotros. 

 

Por demás, la idea es colocarse continuamente en su presencia de una manera entregada y receptiva, para recibir el efecto total de su darshan, su bendición especial, su energía liberadora.  

 

Situarse en el campo de poder de un Maestro iluminado es la forma más rápida de alcanzar el Estado Supremo. 

 

En este caso es una cuestión de resonar con su resonancia, alinearse con su vibración.

 

Además de armonizar y sintonizar con él de esta profunda manera le podemos escuchar. 

 

Que el Ser tenga una forma, y además humana, nos permite recibir enseñanzas de él, hacerle preguntas.

 

Nos permite interactuar con él y devocionar a fondo.

 

La reverencia y sacrificio al maestro es lo que típicamente se llama Yoga del Gurú.  

 

En la Yoga del Gurú el Maestro es la práctica. 

 

Una práctica por demás extremadamente eficaz, si la entrega al Maestro es genuina, y el Maestro real.  

 

En la Yoga del Gurú hay un anhelo continuo e intenso por el Maestro. 

 

Nada desata las bendiciones mejor que mirar y amar y servir a un Maestro sincero. 

 

Le amamos tanto que nos disolvemos en su claridad.  

 

Nuestra mente se hace una con su vasta mente. 

 

Nos derretimos como una vela en el fuego de su corazón. 

 

Su Ser y nuestro Ser se tornan ya uno.

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