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El universo es un ser consciente


Para el paradigma científico dogmático, la consciencia no tiene realidad, y si tiene realidad, tiene una realidad apenas material, siendo la consciencia una propiedad emergente de la materia. Tal es el entendimiento de los fisicalistas. 

 

Empero, la consciencia no solo existe, ha existido desde el principio de la manifestación, e incluso ha existido desde antes de la misma, y en ese sentido podemos decir que la manifestación es el producto, expresión y forma de una consciencia original. 

 

Sin embargo, no sería correcto caer en la creencia de la manifestación es una mera propiedad de la consciencia. La relación entre la consciencia y la manifestación no es meramente causal, sino es una relación de identidad. Así pues, la manifestación es consciencia, o mejor dicho es ser consciente. El universo es un ser consciente. La manifestación no solo surgió de la consciencia, la consciencia es el hondo tejido del universo. Toda la manifestación (incluso la manifestación inanimada) es sintiente. Y esta consciencia, en términos de su naturaleza, es la misma en toda la creación.   

 

Dicho lo anterior, también es cierto que la consciencia manifestada, la consciencia de la manifestación, no siempre ha existido igual, en términos de su expresión: de hecho podríamos decir que a más complejidad de la manifestación, más consciencia, y esta consciencia que evoluciona es particular y privativa de la manifestación. Pasa que al principio la consciencia era consciencia dormida. Pero por medio de la relación, la consciencia va despertando, y se irá haciendo más consciente de sí misma, hasta llegar a la superconsciencia. Precisa hablar de grados de desocultamiento y actualización de la consciencia. Sin embargo, y como ya dijimos, hasta la manifestación más inconsciente es consciente. Que algo sea inconsciente no quiere decir que no tenga consciencia. Es solo que su consciencia está totalmente velada. Está velada, pero puede ser develada. Si no fuera consciente y no tuviera consciencia entonces estaría condenada a un coma sin salida. Pero como tiene consciencia, como tiene esa cualidad sintiente, entonces puede ascender. Dice el dicho sufí: Dios duerme en la roca, sueña en la planta, se mueve en el animal, y despierta en el hombre. ¿Hasta dónde ha de llevarnos este proceso? El límite es la nada radiante. Así como la nada se hizo todo, el todo, recíprocamente, ha de hacerse nada, en una suerte de kenosis inversa. Cuando hablamos de hacerse nada no hablamos de un mero morirse. Hablamos de un ascenso, en el sentido crístico de la palabra. Un trascenso, es decir una singularidad trascendente, o translumbramiento. Sin embargo, y dicho lo anterior, por supuesto que es posible, y probable, que el universo muera antes de sobrelumbrarse. En cuyo caso vendrá otro universo a seguir el trabajo. 

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