No puedo hacer nada por ser el ser que ya soy.
En efecto, ninguna intencionalidad o esfuerzo es requerido para ser.
No puedo alcanzar este estado primordial simplemente porque este estado primordial es mi naturaleza, es lo que siempre, y previo a siempre, ya soy.
Repito: no tenemos que hacer un esfuerzo por ser.
De hecho no podemos no ser.
Podría argumentarse que el ser no necesita hacer nada para ser, solo reconocer.
Solo reconocerse a sí mismo, esto es.
Pero ni siquiera reconocerse es necesario, si entendemos por reconocerse conocerse de nuevo.
El ser no necesita confirmar su ser.
La presencia pura no necesita corroborarse.
Esta corroboración, si la hubiera, es en todo caso para el ser limitado, no para el ser.
El ser ya se sabe, ya se conoce, es puro conocer de sí mismo.
No puede no conocerse, puesto que conocerse es su esencia.
Y conocer, como ya dimos a entender, es distinto a reconocer.
Reconocer ya es un segundo movimiento, e implica una distancia epistemológica.
Conocer, en el sí mismo, es conocer sin objeto, sin distancia.
Es muy tentador confundir el conocer del ser con la consciencia del testigo que se atestigua a sí mismo.
La diferencia es sutil, pero total.
Yo, el ser en sí, no necesito estar consciente de algo, y en particular de mí, para ser.
Eso sería ya una redundancia ontológica.
Lo único que el ser requiere para conocer el ser es ser.
Solo siendo el ser conoce y solo siendo es cómo el ser conoce.
Por supuesto, el ser puede reconocerse, es decir conocerse de nuevo, por medio del testigo, y de hecho eso es algo que está haciendo constantemente.
Digamos que el testigo es una expresión del ser que surge para que el ser puede verse, amarse y adorarse desde afuera.
El testigo es lo que ocurre cuando el ser se inclina del lado de la dualidad.
Otra manera de ponerlo es que el ser crea la dualidad al observarse a sí mismo.
Crea al testigo.
Por lo demás, solo el testigo puede morar en el ser.
El ser, que ya es, no puede morar en el ser.
El ser no requiere morar en sí mismo, siendo ya el ser.
Morar en el ser es una indicación para alguien que no ha realizado su ser.
Sin embargo, no es de desestimar prácticas como la de morar en el ser, o la de preguntarse quién soy.
Son prácticas valiosas.
Siempre y cuando entendamos que son valiosas para la consciencia, no para el ser.