No hay tal cosa como una iluminación individual independiente de la iluminación del todo, y no hay una iluminación del todo independiente de la iluminación individual.
Para empezar, no hay un todo sin la parte. No hay tal cosa como un cuerpo sin células. La célula es el fundamento del cuerpo. El cuerpo necesita de las células, no puede existir sin ellas. Podemos perder muchas células, pero no las podemos perder todas, o nos quedamos sin cuerpo. Algunas células son especialmente importantes. En el cuerpo de la sangha, la célula búdica es crucial. Imposible hablar de una sangha sin buda. El buda es el miembro más valioso de la sangha simplemente porque su realización es la más alta y la más total, y porque está transmitiendo esta realización de un modo muy especial a los otros miembros, y porque nadie da más importancia a esos miembros que dicho buda. La parte más importante de una totalidad es la parte que más eleva la totalidad y la parte que más eleva a las partes que elevan la totalidad. Esta célula búdica está catalizando y transformando activamente a las demás células, y al cuerpo mismo. Y aunque la célula búdica muera eventualmente, aunque la parte iluminada cese, y no pueda por tanto estar presente en su forma personal en la iluminación de la totalidad, tengamos por seguro que semejante iluminación no sería posible sin la iluminación personal. Así pues, y viendo la importancia del viaje del individual en el viaje total, procuremos llevar la iluminación individual hasta su borde más extremo.
Ya establecimos que la parte importa, pero eso no quiere decir que el todo no merezca una consideración especial. No queremos, por darle protagonismo a la célula, restarle importancia al cuerpo: el cuerpo es un personaje muy importante. Hablar de una iluminación exclusivamente personal no tiene sentido. No hay tal cosa como una iluminación discreta independiente de la iluminación del todo. Para empezar porque una iluminación solo es tal si está iluminándolo todo. La iluminación es para todo o no es. Más aún, la parte no se puede iluminar sin la iluminación total porque la iluminación total es la única que puede llevar la iluminación de la parte a la última iluminación. Solo en la medida que todo se ilumine se va a iluminar la parte. Podemos verlo en términos de los ladrillos y la pared: es cierto que los ladrillos son el fundamento de la pared, cierto que sin los ladrillos no hay pared, pero sin la pared no hay ladrillos, en el sentido de que un ladrillo solo es tal en función de una pared. Da gusto ver los ladrillos por aparte, claro. Pero puestos juntos, son auténticos ladrillos realizados. Así los budas: es verdad que por aparte son bellos blocks iluminados. Pero los blocks iluminados solo importan si nos dan paredes iluminadas, si nos dan casas y edificios y ciudades iluminadas. Es decir si ayudan al establecimiento de colectivos y metacolectivos iluminados.
En términos generales, hay una continua sincronización entre la parte y el todo. Una interdependencia entre el ladrillo y la pared. Lo correcto sería hablar de una co–iluminación. Eventualmente todas las células serán células búdicas, células iluminadas, que juntas funcionan como un cuerpo iluminado, una sangha iluminada, una sangha buda. Una sangha convencional está constituida por practicantes en proceso de iluminarse, pero una sangha iluminada está constituida directamente por budas, y no budas en potencia sino budas actuales. En una sangha así todas las células son igual de importantes. En una estructura iluminada, cada punto es el centro, cada parte es central, cada parte tiene la misma relevancia que la otra parte y la misma relevancia que todo. El buda discreto es tratado como si fuera todo, porque de hecho lo es. A este nivel, buda y sangha son una misma cosa. El próximo Buda será la sangha, ha dicho Thich Nhat Hanh. Modificada la frase, podríamos decir: el próximo iluminado será la totalidad. Pero resulta que en esa totalidad iluminada estarán incluidos, en su forma mística, todos los budas privados, aún aquellos que están muertos.
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