Hay un problema cuando confundimos la presencia limitada y personal con la presencia pura, la presencia ulterior.
El diccionario nos dice que lo que existe es lo real o verdadero. Que si algo no existe no tiene realidad. Existir quiere decir, si nos vamos al latín, lo que está ahí afuera. Lo cual coincide con la definición que el diccionario nos da de presencia: eso que está adelante. Presencia es lo que sale por así decirlo. De acuerdo a esta interpretación, solo eso que está salido o manifiesto observa presencia. Si no sale, está ausente. Sin embargo esto es cierto nomás en términos de la presencia limitada, del estar como presencia.
La presencia limitada, la presencia del devenir, viene y va, va y viene, pero viene y va en relación a un fondo inmutable. La persona, la presencia personal, puede estar presente o ausente, pero la presencia última siempre es. Yo Maurice estoy o no estoy, pero lo que es es independientemente de mi presencia o ausencia. Detrás de la presencia o ausencia de Maurice hay un yo más profundo, una presencia ulterior. En el sueño sin sueños Maurice no está, pero su ser no cesa. La presencia estaba ahí antes de que naciéramos y estará ahí después de que muramos. No depende de esta existencia limitada o localizada. De hecho no depende del tiempo y el espacio. Presencia es lo que siempre es, y es incluso antes del siempre, es decir no solo es previa al tiempo limitado, es incluso previo al tiempo eterno, al tiempo como tal. Siempre está porque nunca no es. Y eso que nunca no es es precisamente lo que soy. Todo para decir que hay una diferencia entre la presencia del estar (y ya no digamos el tener presencia, que es aún más relativo) y la presencia del ser. Presencia no es un estado sino la condición de la experiencia y su naturaleza profunda. Incluso si conseguimos establecernos en el ser desde la posición de la persona, hay que entender que una cosa es establecerse en el ser desde la posición de la persona y otra es establecerse en el ser como el ser, en el cual, dicho sea de paso, ya estábamos establecidos para empezar. En el primer caso, la presencia aún tiene algo de artificial. Pero la presencia original no requiere artificialidad ni precisa esfuerzo. Simplemente es.
Termino diciendo que no hay por qué ignorar tampoco la presencia relativa, que ciertamente cumple una función.
De hecho, cuando nos establecemos en la presencia ulterior, nuestra presencia relativa es transformada en presencia auténtica, en presencia verdadera.
Pero eso es ya tema de otro post.
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