Nos encontramos dormidos y soñando. Despertar es salir de la ilusión del sueño. Sin por ello caer en la trampa de considerar que el sueño no es real. Respetar la realidad del sueño es importante.
Dormidos y soñando, como ya dije. Siendo lo peor que interactuamos con el sueño de tal manera que lo perpetuamos, lo volvemos más viscoso y cocoonizante. Y así pues nos hundimos más y más en él, nos hundimos más y más en este lodo de inconsciencia y delirio. A estas alturas incluso salir de la matrix es otra variante de la matrix, otra variante del sueño. O mejor digamos de la pesadilla, en cuyo centro siempre hay un monstruo.
Tenemos que darnos cuenta que matar el monstruo en el sueño no es salir del sueño. Podemos matar al monstruo, pero seguimos estando dentro del sueño (dicho bien, el auténtico monstruo es el sueño mismo). Despertar es pasar a una posición en donde el monstruo ya no existe, en donde vemos la naturaleza ilusoria del monstruo. El monstruo es una modulación de nuestro ser, que en el sueño percibimos fictivamente como una entidad autosuficiente y separada. Se ha dicho monstruo, pero se pudo decir lo contrario del monstruo: se pudo decir una diosa erótica, por ejemplo. Hacer el amor con una diosa erótica es tan onírico e ilusorio y atrapante como ser asesinado por un monstruo. La única forma de ser libre del sueño es ver la ilusión como ilusión y recordar nuestro rostro verdadero. Solo el insight profundo nos va a despertar del sueño de la identidad limitada. Al despertar veremos con toda claridad que estábamos atrapados en una alucinación, un encantamiento y un olvido.
Ahora bien, que el sueño sea una ilusión no quiere decir que sea una irrealidad. El sueño es irreal no en el sentido de que carezca de realidad, sino de que es una realidad limitada, exclusiva e ignorante con la cual nos identificamos. Pero sigue siendo una realidad, y como tal hay que atenderla. No es de negar el yo individual, por ejemplo. El yo individual es real, pero ilusorio en el sentido de que ignora otras realidades e ignora la realidad que le da realidad, ignora su realidad fundamental. Muchas y muchos que consideran que el sueño es absolutamente ilusorio afirman que da igual lo que uno haga o deje de hacer dentro del sueño. La moralidad y el activismo y la responsabilidad en este contexto pierden toda relevancia, a no ser como una suerte de juego. Lo cual es una lógica criminal. Al descartar el sueño como mera ilusión, dejamos de tener consideración alguna por la realidad kármica, y eso invita toda suerte de accidentes y crea toda clase de problemas. ¿Cómo vamos a atender esos problemas si no creemos en el nivel de realidad en donde esos problemas surgen para empezar? Incluso creamos activamente catástrofes solo por divertirnos, como si la realidad relativa fuera un videojuego. Sin embargo, el que ignora el karma, destruye su vida y la vida de otros. Por tanto yo respeto el karma como respeto el mar. No soy tan idiota como para subestimar el poder explosivo del karma. Otros dicen incluso que ni siquiera hay que hacer nada por salir del sueño, que ni siquiera importa despertar. Si el sueño es una ilusión, entonces despertar de la ilusión es una doble ilusión. Tal es la lógica perversa. Más aún, dormidos o despiertos seguimos siendo budas, seguimos siendo naturaleza búdica. Lo cual en cierto modo es cierto: el espejo sigue siendo espejo aún si está cubierto de polvo, el oro sigue siendo oro aún si está enterrado, el mendigo sigue siendo rey aún si lo ignora. Pero no es lo mismo ser un rey sin saberlo que sabiéndolo. Y no solo sabiéndolo sino ejerciendo la realeza. Y disfrutando de los frutos de la misma. Dicho de otro modo, que el mendigo sea rey no quiere decir que no está viviendo como un mendigo, y que su vida de mendigo no sea real.
No nos engañemos: el sueño es real, y es real incluso en un sentido absoluto: el sueño es. Aunque ilusorio, posee ser, aún si el ser no es reconocido en sí por quien está viviendo el sueño. El sueño no solo es real, participa en la última realidad del ser (aún si inconscientemente, para el que no ha rasgado el velo de la ilusión). Es en virtud de la realidad del ser que el sueño es. Sin el ser el sueño no sería, y sin el ser el olvido del sueño no sería. Pero además dicho sueño tiene realidad relativa. Tiene realidad en su propio nivel. Tiene realidad relativa o convencional, esto es. La realidad del paranoico es real, aún si carece de sustancia. No podemos decirle a alguien que está siendo asesinado en un sueño que de hecho no está siendo asesinado, que lo que está viviendo no es real. Podemos, pero no va a entenderlo, y no solo no va a entenderlo, se va a sentir insultado o desarreglado por lo que estamos diciendo. No podemos por caso decirle a alguien que perdió a su hijo que no se preocupe, que es todo una ilusión. Si nuestro hijo ha muerto y alguien nos dice algo parecido, nuestro sagrado deber es romperle la cara. Los tibetanos no dicen que la realidad es un sueño, sino como un sueño, y me parece que se trata de una distinción importante. La realidad relativa o convencional, es decir el sueño, no es algo que debemos descartar irresponsablemente de un manotazo. Ni debemos ni queremos ni sabemos ni podemos. No debemos por las razones éticas que ya expusimos. No queremos porque la realidad relativa es bella y deseable y digna de ser vivida, si bien no como una mera ilusión. No sabemos porque a estas alturas aún no hemos trascendido la ignorancia del todo, no estamos iluminados. No podemos porque la realidad relativa siempre tiene una forma de infiltrarse en nuestra realidad. Si estás atrapado dentro del sueño, lo mejor es que hagamos algo para lidiar con la realidad del mismo. Sobre todo entendamos que no sirve de nada repetirnos que el sueño no es real. Negar el sueño es otra forma de soñar, es otra forma de dormir. De nada sirve soñar que estás despierto, lo único que sirve aquí es despertar, aprender a vivir en el nivel despierto de la realidad. Por tanto, si estás atrapado dentro del sueño, lo mejor sería admitirlo, y ese sería en todo caso un primer paso para salir del sueño. Por lo tanto admitamos que todavía estamos, por lo menos en un grado, atrapados en este sueño dual, en esta realidad dualística, que no estamos por encima de su fenomenología ni podemos controlarla, debido a nuestros velos cognitivos y emociones aflictivas.
Respecto a este asunto del despertar, tenemos dos posibilidades: estar dormido o estar despierto en el sentido de estar fuera del sueño, de haber trascendido por completo el sueño. Una tercera posibilidad empero es estar despierto dentro del sueño. En este caso el despertar es una reconciliación entre el despertar y el sueño. El despertar que se disocia del sueño es importante, pero no es el despertar más avanzado. El despertar más avanzado es el sueño lúcido, que es cuando estamos en el sueño, pero no estamos atrapados en el sueño, es decir estamos conscientes de que estamos soñando. Estamos despiertos, pero la interacción con el sueño subsiste. El sueño lúcido es supervalioso no simplemente porque nos permite estar en el sueño sin caer en él, sino porque con el suficiente entrenamiento podemos manipular los contenidos del sueño, podemos manipular todo ese material onírico. ¿Significa que podemos hacer lo que nos dé la gana, en el sueño? No. Estar despierto dentro del sueño no nos dispensa de soñar correctamente, de participar virtuosamente en él. Aunque el sueño sea ilusorio, y lo sepamos, no quiere decir que no esté ocurriendo, que no tenga realidad, y que no genere karma. Por tanto, precisa obrar desde la sabiduría. Y la compasión. Un problema con salir del sueño es que una vez brotamos del sueño ya no hay contacto con el sueño, y por lo tanto ya no hay posibilidad de ayudar a quienes están dentro del sueño. ¿Cómo podemos ayudar a quienes están presos de la pesadilla si permanecemos al margen de la misma? Porque además resulta que no es solo nuestro sueño; es un sueño colectivo; un intersueño. Esto no es un sueño privado. Como vivamos dentro del sueño determina cómo los demás viven sus propios sueños, porque los sueños están interconectados, son sueños intersubjetivos. Así pues, nuestra intención ha de ser, como siempre, la de elevarnos, elevar a los otros y elevar el universo. No hay sueño más alto ni mejor forma de soñar.
Comments
Post a Comment