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Avatárico






¿Qué haríamos sin los avatares? Y ya de paso: ¿qué es un avatar?

 

Todo proyecto espiritual incluye y supone una fase de trascendencia, en donde la forma del realizador individual es disuelta en el Espíritu abstracto, impersonal. 

 

Más tarde ese mismo Espíritu retoma la forma del realizador, que se convierte de esa cuenta en un realizado. 

 

Cuando el realizado se convierte además en un instrumento de la divinización del universo, entonces pasa a ser un avatar. 

 

 

Micro, Meso, Macroavatares

 

Todo lo que está iluminado tiene en mayor o menor grado una cualidad avatárica: no hay iluminado que no ilumine, ciertamente. 

 

Desde luego hay avatares más explícitos que otros, como los hay de mayor rango. 

 

Yo no creo que la categoría de avatar deba ser reservada meramente a alguien como Krishna, o en tiempos actuales y tangibles, a Amma. 

 

Yo suelo hablar de microavatares, incluso de nanoavatares. 

 

También de mesoavatares, que ya poseen más calibre.

 

Y por supuesto están los macroavatares. 

 

Un macroavatar es capaz de incidir en toda la manifestación. 

 

Es un individuo, ok, pero su capacidad intercesional es inconmesurable, es ilimitada.  

 

¿Qué es la capacidad intercesional, por cierto? Es la capacidad del avatar de transfigurar el universo. 

 

 

Proyecto Avatar

       

El Espíritu desciende, para traer el reino de los cielos a todos los rincones de la tierra. 

 

Básicamente, crea una Tierra Pura.

 

Pero ahí no queda la cosa. 

 

Una vez establecida la Tierra Pura, la misma es elevada, ascendida. 

 

No me refiero aquí a dejar la tierra atrás, y huir al cielo. 

 

En este caso se trata de transfigurar la tierra hasta el punto de hacerla luz, de llevarla, como se dice, a la Diestra del Padre. 

 

Convertir lo denso en gloria. 

 

 

Liberar la Carne de su Olvido

 

Lo avatárico es lo divino hecho carne que viene a liberar la carne de su olvido. 

 

Sin este principio redentorial, no hay avatar.  

 

Digamos que el avatar es la semilla total del Espíritu en la tierra, que dará a luz el árbol de la transfiguración total. 

 

El avatar es la vanguardia del Espíritu. 

 

 

Brevísima Biografía del Avatar

 

El avatar alguna vez fue individuo, es cierto. 

 

Pero luego murió en la noche oscura del alma y devino Espíritu.

 

En tanto que Espíritu, encarnó, y ya encarnado, reindividualizado, le prendió fuego al universo. 

 

¿Cómo una forma individual pudo prenderle fuego al universo?

 

En efecto, tal era su poder y su alcance.

 

El avatar incluso dio su propia vida por el proyecto de iluminación del cosmos. 

 

¿A dónde ha ido el avatar?, preguntaban todos. 

 

Pero el avatar no había ido a ningún lado. 

 

Más bien, se había hecho íntimo con todo. 

 

Se diluyó, en holocausto y sacrificio, en el universo, para poder contribuir a su iluminación total, desde sus genes mismos.  

 

 

Los Tres Avatares      

 

Hasta aquí hemos hablado del avatar en forma individual. 

 

Pero es de entender que el avatar individual abre el camino al avatar colectivo.

 

Que a su vez abre el camino al avatar universal, el avatar cósmico.

 

El avatar individual viene, no meramente a salvar el universo, sino a convertirlo en un agente de salvación. 

 

Y no solo convierte el universo en un agente de salvación, sino, aún más, lo convierte en un agente de avatarización. 

 

Así es: el avatar avatariza: convierte al otro en avatar. 

 

Verdaderamente, la función del avatar es hacer de todos y de todo un avatar. 

 

En ese sentido, no hay tal cosa como un avatar autocentrado, un avatar narcisista, un avatar exclusivo. 

 

Algún día, la avatarización del universo será completa, y no habrá un avatar en el universo: el universo todo será el avatar.

 

Y cuando ya no haya nada que iluminar y avatarizar, el universo será ascendido en su totalidad al esplendor que está más allá de todos los esplendores. 

 

 

Algunos Avatares Humanos

 

Por supuesto, no estamos ahí. 

 

Pero ya hemos contado con la dilecta presencia de algunos selectos avatares, algunos incluso humanos. 

 

Esto es muy especial: que el Espíritu se haya dignado a ser humano, y desde esa humanidad inseminar la Tierra y propagar el fuego del espíritu. 

 

Ya mencionamos a Krishna. 

 

Está Buda. 

 

Desde luego Cristo.   

 

 

La Crucificción

 

Cristo nos puede servir de ejemplo de lo dificultoso que es ser avatar. 

 

Tomemos en cuenta que un avatar no se limita a irradiar luz, además absorbe tiniebla. 

 

Es un procesador del samsara universal. 

 

Un hígado del universo. 

 

Un avatar como Cristo técnicamente está haciendo tonglen cósmico.  

 

Y no en términos de «wishful thinking», sino factualmente.

 

Cristo lo es en virtud de que procesa la caída de la realidad toda. 

 

Tal es el significado último de la crucificción. 

 

La crucificción no es una meditación new age.  

 

La crucificción es la noche total.

 

Durante el ascenso, hay un tránsito oscuro para el futuro avatar, cuando pierde todos sus puntos de referencia. 

 

Luego hay otro tránsito oscuro durante el descenso, cuando reasume todos esos puntos de referencia y reingresa en la forma. 

 

Ya de sí, la forma es increíblemente dolorosa, incluso para un ser tan explícitamente divino. 

 

El asunto es que el avatar no se limita a recoger su dolor particular, además asume, en su particular forma, el dolor global, y no como un ideal espiritual, sino en la carne. 

 

El avatar es traspasado por la espina de hierro del sufrimiento absoluto, de la forma samsárica en su entera producción. 

 

Es un dolor incesante, y no hay lugar para respirar, no hay pausa ni respiro, y el costado sangra. 

 

Y el avatar asume todo esto porque su compromiso avatárico es incondicional. 

 

 

Comfty

 

Se me ocurre que lo menos que podemos hacer nosotros por el avatar, por el clavado, es hacerle la vida un poco más confortable, para que pueda ejercer su misión avatárica en óptimas condiciones.

 

Incluso colaborar un poquito con su visión.

 

¿Es mucho pedir, realmente? 

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