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Una magia llamada tonglen

El budismo nos da técnicas extasiantes para expandir el corazón, y entre todas ellas la más alta, en mi opinión, es el tonglen.  

No solo es la más alta de ellas, en cierto modo las sintetiza todas. Por ejemplo, yo siento que aquel que práctica correctamente el tonglen automáticamente engendra los cuatro inconmesurables. Más allá, el tonglen es una técnica que requiere mindfulness, que podemos insertar en cualquier sadhana y visualización tántrica, e incluso hay un tonglen que podemos llamar propiamente no dual. 

 

 

Una práctica de compasión radical

 

Tonglen quiere decir dar y recibir, y forma parte de una tradición indotibetana llamada lojong, que se remonta a una maestro seminal llamado Atisha. Me parece que la introducción formal a Occidente del tonglen la hizo el palpitante mahasiddha Chögyam Trungpa, y su famosa discípula Pema Chödron, quien realmente la popularizó. 

 

Tonglen es una práctica de compasión radical. En el budismo se entiende la compasión como el deseo de que ningún ser sufra y que todos los seres se liberen de las causas del sufrimiento. 

 

En la meditación tonglen lo que hacemos básicamente es absorber el dolor de los demás y darles a cambio nuestra felicidad y luz. Esto se hace en conjunción rítmica con la respiración. Es decir que atraemos a nosotros, con cada inhalación, la angustia de los seres, y con la exhalación, emanamos bienestar y actividad búdica. 

 

Esta meditación en cierto modo se basa en la vulnerabilidad o fragilidad del corazón pero a la vez no es para frágiles del corazón. Es fuerte y diáfana a la vez, y en ese sentido muy equilibrada. 

 

 

No saquemos a los fantasmas

 

La lógica new age nos dice que tenemos que limpiar nuestro espacio, y sacar de ahí todo lo malo. 

 

En términos de ecología espiritual, eso a mí me parece muy diluido y muy poco educado. ¡Que todo lo demás se ensucie, pero mi pequeño perímetro, ese sí que se mantenga no contaminado y oliendo a dulce incienso!

 

Ese enfoque pronto nos lleva a una atmósfera blindada, en donde lo malo está allá afuera, en donde lo malo es lo otro, y tengo que impedir que entre. O si ya está adentro, entonces lo exiliamos.  

 

Es como cuando unos inquilinos llegan a una casa habitada por fantasmas, y les dicen enérgicamente: fantasmas de mierda, ustedes no pertenecen aquí, así que se largan. Y resulta que los fantasmas han estado ahí desde hace dos siglos. 

 

La lógica de cero tolerancia al sufrimiento nos hace débiles, enfermos y vencidos, porque si nuestro enfoque es de ascepcia total, ¿cómo vamos a crear anticuerpos espirituales? ¡Nos vamos a convertir en chicos burbuja!

 

La pregunta es: ¿por qué, en vez de sacar lo que percibimos como malo y ennegrecido, por qué no lo dejamos entrar? ¿Por qué no le damos la bienvenida a todas esas sombras? El tonglen, como ese otro ejercicio tibetano llamado chö, es muy benévolo con los demonios. 

 

La meditación tonglen es una meditación de apertura radical al sufrimiento del otro, que no es más que nuestro sufrimiento, uno de los insights místicos más poderosos de esta técnica. Al sanar al otro, me sano yo. 

 

Bien trabajado, el tonglen puede llevar tu creatividad espiritual hasta las últimas consecuencias.

 

 

Tonglen tradicional

 

La forma más tradicional de tonglen es la que llamo tonglen de la asimilación. Aquí chupamos lo sofocado del prójimo y lo procesamos en nosotros. Con lo cual pasamos a ser algo así como el hígado espiritual del otro.

 

La visualización clásica es que visualizamos a una persona delante de nosotros y su incomodidad, sea cual sea, una enfermedad, un problema emocional, etcétera, como una suerte de humo oscuro que imaginamos simbólicamente en su cuerpo. Ese dolor–humo sale, en la inhalación, por su nariz, ingresa entonces por la nuestra, y destruye las paredes de nuestro resistencia muscular, emocional y egoica. Al traspasar la coraza del corazón lo deja blando y sensible. Trungpa siempre hablaba del punto blando del corazón. 

 

Al momento de exhalar surge de ese mismo corazón blando y tierno una energía limpia, buena, gozosa y sanante que sale por nuestra nariz, se introduce por la nariz del otro y lo regenera y le da todo lo que necesita para ser feliz y despertar. A veces le enviamos cosas muy específicas, lo cual evidentemente demanda discriminación. No podemos enviar cualquier cosa solo porque nos sale de los huevos. Así pues, el tonglen no solo desarrolla la compasión sino además la sabiduría. Como se sabe, de buenas intenciones está construido el camino al infierno, y lo menos que queremos es dar al otro son cosas bienintencionadas pero básicamente torcidas, como aquella fábula de la mano del mono. El tonglen en ese sentido tiene implicaciones éticas y demanda de nosotros grados crecientes de complejidad y alteridad, de inteligencia emocional y social, honda empatía y conocimiento del otro (por medio del cual me conozco a mí mismo, además). Hay personas que se preguntan incluso si es aceptable hacer tonglen por un tercero sin su consentimiento. En mi forma de verlo, eso es un poco radical, aunque acepto el espíritu del cuestionamiento. Para mí, el tonglen es lícito si la motivación es la correcta y hay sabiduría además de amor genuino. 

 

Un aspecto importante del tonglen de la asimilación consiste en equilibrar el sufrimiento que recibimos con el bienestar que damos. Es importante asegurarnos de generar en la exhalación energía limpia, es decir amor y compasión. Hay personas que solo se enfocan en recibir oscuridad pero no ponen mucha atención en emanar luz. Entonces hay un desbalance. Terminamos en completa depresión. Y fallamos en convertirnos en surtidores de cambio.  

                            

A veces ocurre por supuesto lo contrario: nos enfocamos solo en dar amor y calidez pero no en recibir sufrimiento, entonces la meditación no tiene dientes ni realidad. Y además no destruye nuestras tendencias egoicas, que son finalmente la raíz de nuestro mal y del mal del mundo. El asunto, como ya dije, es mantener el balance. 

 

 

De la asimilación a la transmutación

 

En otra forma de tonglen, más que asimilar el dolor del otro, lo transmutamos. El corazón pasa a ser un horno, en donde el sufrimiento es transformado, por tanto ya no hay que sacarlo por las cañerías biopsicoemocionales del caso. 

 

Yo inventé mi propia forma de tonglen transmutacional y alquímico, en donde visualizo una llama en mi corazón. Con la inhalación atraigo el sufrimiento del otro y lo quemo en el fuego, lo combustiono, y genero a cambio, en la exhalación, luz y calor, es decir solidaridad e iluminación. 

 

 

Tonglen trascendente

 

En una tercera forma de tonglen, que yo llamo tonglen trascendente o no dual, disolvemos el sufrimiento en el vacío. 

 

También tengo aquí mi propio método, que consiste en visualizar en el centro de mi cuarto chakra un portal, y el sufrimiento es expulsado por este portal. Es como si en el centro del centro de nuestro corazón hay un agujero negro que se traga la bruma y el dolor. 

 

Por supuesto la visualización es solo una forma simbólica y tántrica de representar el vacío. Pero de nada sirve semejante visualización si en realidad no estamos reconociendo factualmente el sufrimiento como ilusión. 

 

Es obvio que todos estos tonglen –tonglen de la asimilación, tonglen de la transmutación, tonglen trascendente– son progresivos, y requieren progresivas comprensiones y consciencias, que se adquieren con muchos años de práctica y estudio espiritual.  

 

 

Una medicina hardcore

 

Al principio a lo mejor habrá que hacer el tonglen con cierta cautela, porque es una medicina dura: arde. Pero una vez nos hemos familiarizado con ella, una vez nos hemos vuelto proeficientes en ella, nuestro tolerancia al veneno del sufrimiento aumenta. Y podemos subirle la dosis.

 

Esta meditación, en mi enfoque, hay que mantenerla intensa. Debería sí sacarnos de nuestra zona de confort. Si no nos saca de nuestra zona de confort, seguramente la estamos haciendo de un modo inocuo o domesticado. Las mejores sesiones de tonglen, en la mía humilde, son las que te descoyuntan, te ponen emocionales, te quiebran, te hacen llorar. 

       

Algunas personas creen que a través del tonglen nos cargamos del sufrimiento y karma del otro, y por tanto que es peligroso hacerlo. Te puede dar sobredosis o qué sé yo. Para mí el peligro del tonglen no está en la meditación en sí misma sino en hacerla mal. 

 

¿Y qué es hacer mal la meditación? En el tonglen de la asimilación quiere decir digerir mal el sufrimiento. En sí asimilar el sufrimiento del otro no tiene nada de malo. De hecho es el propósito de la meditación. Más aún, un verdadero bodhisattva no tiene problema con sufrir él si eso implica que el otro deje de sufrir.   

 

Desde luego, no queremos caer en la llamada compasión idiota. El secreto es no darnos más agonía–veneno que aquella que podemos tolerar. 

 

Me voy a corregir: nos damos un poco más de veneno del que podemos tolerar, para justamente aumentar nuestra tolerancia, aunque no demasiado más. Subir la dosis, pero con precaución.

 

El daño que no podemos procesar o asimilar tiene que ser evacuado, no puede ser retenido. En corto, no nos quedamos con el sufrimiento que no podemos manejar. Lo desalojamos como ya dije a través de nuestros ductos biopsicoemocionales, que han de estar en buen estado.

 

En la segunda forma de hacer tonglen el sufrimiento es transmutado en otra cosa. Aquí el problema es cuando la trasmutación no está funcionando bien, cuando nuestro horno alquímico disfunciona. 

 

Si hay un problema en la tercera forma de tonglen es porque no sabemos todavía trabajar con el vacío, porque nuestro vacío no pasa de ser un vacío imaginario o conceptual, no reconoce la naturaleza auténtica y transparente de las cosas. Como ya sugerí antes, no es que llevamos el padecimiento y lo mandamos a un espacio vacío, como si estuviéramos sacando deshechos al espacio exterior. La visualización del punto vacío en el corazón es solo un medio hábil para trabajar tántricamente con el tormento y la tortura, pero si no sabemos lo que es el vacío y reconocerlo experiencialmente, todo queda en un nivel meramente simbólico, mental y representacional. Lo cual tiene mérito pero no es suficiente. El vacío no es vaciar. La cosas no necesitan ser vacíadas de sí mismas: ya son vacío: vacío sensible y despierto. 

 

 

La respiración orbital

 

Como a lo mejor ya infirieron ustedes, tengo mi propia manera de hacer las cosas, en cuanto al tonglen (en cuanto a todo, realmente). 

 

Otra cosa que yo hago a mi modo con el tonglen es que lo hago orbitalmente, es decir que no uso el método de respirar por la nariz. 

 

Eso de inhalar a través de la nariz siempre me resultó un poco corky y limitado. Así que me cociné un tipo de respiración que llamo respiración orbital, en donde inhalo desde todas las direcciones hasta el centro del corazón (no el corazón de carne, me refiero al cuarto chakra, en el sistema de chakras hindú) y luego exhalo desde el centro del corazón hacia todas las direcciones. Inhalo concéntricamente hacia el centro del corazón, e inhalo excéntricamente hacia todos los lados. Eso es la respiración orbital. 


En términos del tonglen, traigo la pena directamente desde donde esté al centro del corazón, sin pasar por la nariz, y viceversa.

 

Generalmente, antes de hacer la sesión de tonglen propiamente, comienzo solo haciendo respiración orbital, como preliminar. Antes de empezar y de hecho al terminar el tonglen siempre hago respiración orbital.  

 

Evidentemente el centro del corazón no puede respirar, porque no es un pulmón, pero en un sentido energético sí que puede respirar, y en un sentido sutil y mental también. 

 


Respirando con el orbe

 

Otra variante que he ideado es la del orbe. Imagino un orbe radiante en medio del espacio o persona que quiero tonglenizar. Envío una esfera a determinada zona de experiencia y tonglenizo esa experiencia. En lugar de que la montaña venga al Mahoma de mi corazón, mando al Mahoma de mi corazón a la montaña, en forma de un orbe. 

 

Por cierto, el tonglen se practica tradicionalmente con personas y grupos de personas, pero yo lo aplico también a cuerpos, ambientes, contextos y sistemas varios, así como a realidades complejas. 

 

 

Trabajando con otros seres

 

Como dicho, el tonglen se aplica tradicionalmente a personas y seres (no necesariamente humanos, pueden ser animales, o plantas o lo que sea). 

 

Cuando uso el tonglen con personas generalmente utilizo el orden de los cuatro inconmesurables. 

 

Empiezo por mi persona. Lo cual tiene sentido. Antes de quitar la herida a alguien más, me la autoquito (¿cómo vamos a aliviar a un vecino si ni siquiera podemos nos podemos aliviar nosotros?). Es decir que nos imaginamos a nosotros mismos enfrente de nosotros mismos. El primer otro somos nosotros. 

 

Luego lo hacemos con una persona que queremos mucho.

 

Luego con una persona que es neutra. 

 

Después con una persona que nos resulta difícil. Aquí es donde el hule se encuentra con la carretera, como se dice. Aquí es donde la auténtica compasión emerge.


De esa manera vamos de lo fácil a lo difícil, en secuencia progresiva. 

 

También podemos hacerlo con personas individuales o con colectivos, incluso con todos los seres. 

 


¿Y funciona el tonglen a todo esto?

 

Funciona. 


Algunos creen que no. Algunos dudan que el tonglen remueva el dolor de otros. 

 

Pero aunque no fuera el caso, aún funcionaría, porque esta meditación tiene poderosas implicaciones para quien la hace. Implicaciones físicas para empezar, como la relajación que trae la respiración rítmica y consciente del corazón. Pero luego implicaciones mentales. Para mí el tonglen es una terapia psicológica. Y particularmente una forma de trabajo de sombra, para quien sepa hacerla seria y profundamente. Desde luego el tonglen tiene implicaciones espirituales, en el sentido que destruye nuestra identidad limitada y nuestro apego, indiferencia y aversión. El tonglen hace  del padecimiento una oportunidad de expansión y trascendencia. 

 

Así que el tonglen nos ayuda a nosotros. Pero de hecho yo siento que sí auxilia a otros, no solo de modo indirecto (en el sentido de que nos hace seres más compasivos y considerados y serviciales, todo lo cual se va a trasvasar a nuestro trato con los demás), sino también de forma mística, esotérica y morfogenética. Claro, explicar eso nuevamente demandaría un artículo aparte, que a lo mejor escribiré un día. 

 

       

Una meditación tutelar

 

Yo hago tonglen todo el tiempo. Desde hace años. Para mí el tonglen es plegaria, es intercesión, es sanación. Cuando necesito trabajar con un sufrimiento personal, hago tonglen. Cuando quiero ayudar a otro, hago tonglen. Cuando quiero conectar con el Inexpresable, hago tonglen. 

               

En HALO tonglen es una meditación tutelar. La razón por la cual me gusta el tonglen para HALO es porque, siendo una meditación de extracto budista, la considero una meditación muy universal, a diferencia de, por ejemplo, el mantra (los mantras está ligados a tradiciones, deidades y energías específicas). Mi idea es que mis estudiantes se vuelvan artistas del tonglen, y entiendan a fondo sus increíbles posibilidades. Por tanto los pongo a tonglear hasta la náusea. Mi intención es que puedan generar lo que Jason Espada llama ese “estado mágico y creativo de la consciencia”. 

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